La cumbre del Grupo de los Ocho en Evian concluyó ayer con un mensaje de confianza económica y de unidad política que permite dejar atrás la grave crisis que enfrentó a las grandes potencias en los últimos meses a causa de la guerra de Irak. Sin embargo, como contrapeso, los países ricos dejaron claro que el camino de la prosperidad pasa hoy por la reforma de los sistemas de jubilación y de los mercados laborales. La reunión consolidó además el liderazgo político del presidente francés, Jacques Chirac, pese a su desafío a Estados Unidos.

EEUU, Japón, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, Canadá y Rusia proclamaron su voluntad de trabajar juntos para afrontar los principales problemas mundiales, sin dejar que sus divergencias sobre la guerra menoscaben esa cooperación, valorada por el líder ruso, Vladimir Putin, como "el principal resultado" de la cita.

Los líderes del G-8 valoraron los recortes de gastos sociales aprobados por el 90% del Partido Socialdemócrata alemán y señalaron que esas reformas van en la buena dirección. También Francia está embarcada en una política similar, encaminada a disminuir los beneficios sociales del Estado del bienestar.

Mientras a los mercados financieros se les recordó que los tipos de cambio los establece la oferta y la demanda, a los países pobres les ofrecieron menos de lo que éstos pedían en un primer momento.