Midiendo sus palabras y con un ojo puesto en el futuro del diálogo nuclear con Teherán, los ministros de Asuntos Exteriores del G-8 (EEUU, Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Canadá, Italia y Rusia) llamaron ayer al fin "inmediato" de la violencia en Irán, pero evitaron pronunciarse sobre la limpieza de las elecciones presidenciales. Mientras Barack Obama enfriaba su ofrecimiento de diálogo a las autoridades iranís, el Consejo de los Guardianes de la Revolución, encargado de revisar las denuncias de fraude electoral, lo veía claro: los comicios han sido, a su juicio, "los más sanos" de la historia de la Revolución Islámica, aunque anunció la creación de otra comisión.

"Deploramos la pérdida de vidas de los civiles iranís e instamos a Irán a que respete los derechos humanos, incluida la libertad de expresión", reza el comunicado conjunto divulgado al final de la reunión en Trieste (Italia), y suscrito también por la Unión Europea (UE). Menos nítido fue el mensaje de las diplomacias de las ocho potencias en torno al fraude electoral. El G-8 llama al Gobierno de Teherán a "garantizar que la voluntad del pueblo iraní quede reflejada en el resultado". "Es evidente que no estábamos todos de acuerdo", admitió el ministro francés, Bernard Kouchner, en una poca velada referencia a Rusia, que bloqueó toda condena. Aun así, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, se declaró "preocupado" por el uso de la fuerza contra los manifestantes. Hasta ahora, para Moscú la crisis era un "asunto interno" iraní.

PRIORIDAD El propio anfitrión, el ministro italiano Franco Frattini, dio una de las claves de tanta prudencia al reconocer que la "cuestión principal" que había centrado la reunión sobre Irán fue su programa nuclear. "Es la misma gente la que está al mando del tema nuclear y de la represión", remachó Kouchner.

Aunque sin quemar tampoco las naves, el presidente de EEUU sí añadió algo de contundencia a su discurso al afirmar que el "diálogo directo" ofrecido a Teherán "se verá sin duda afectado" por la represión de las protestas. En cuanto a las declaraciones del jueves del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, en las que exigió "disculpas" a EEUU por sus "injerencias", Obama dijo no tomárselas "en serio". "Sugeriría al presidente Ahmadineyad que reflexionara atentamente sobre sus obligaciones con su pueblo", dijo Obama en Washington, en una rueda de prensa conjunta con la cancillera alemana, Angela Merkel.

La duración y la magnitud de la crisis han superado cualquier expectativa previa a su inicio. Y aun ahora, cuando el movimiento de protesta parece languidecer ante la dureza de la represión y la falta de un liderazgo visible, queda por ver cuáles habrán sido sus efectos en la solidez del régimen. Aunque la naturaleza de este está fuera de discusión, nunca como en estos días habían aflorado las tensiones entre el sector ultraconservador y militarizado y parte de la cúpula del clero chií.

INCENDIARIO En la plegaria del viernes se esperaba un sermón incendiario, y el hqyatoleslam ultra Ahmad Jatami no defraudó. Pidió la pena de muerte para los "alborotadores", a quienes "el poder judicial debe castigar para que todo el mundo aprenda la lección", además de calificar las elecciones de "épicas". En cambio, otro influyente clérigo, el gran ayatolá Naser Makarem Shirazi, instó desde su web a "hallar una solución que permita la reconciliación nacional".