La cumbre del grupo de las ocho grandes potencias mundiales (G-8) comenzó ayer en la localidad balnearia de Heiligendamm (Alemania) con un profundo desacuerdo entre EEUU y los principales países europeos sobre el nivel de compromiso necesario para luchar contra el cambio climático. El creciente clima de guerra fría entre EEUU y Rusia, a causa del escudo antimisiles norteamericano, amenaza también con envenenar los debates y limitar el alcance de la cumbre.

EEUU rechazó fijar en las conclusiones de la cumbre un compromiso cuantitativo de reducción de las emisiones de gases contaminantes responsables del calentamiento del planeta, en contra del objetivo defendido por la presidencia alemana del G-8 de llegar a un acuerdo para reducir el 50% de las emisiones de gases en el 2050 respecto a sus niveles de 1990.

"NO ESTAMOS SOLOS" EEUU incluso se negó a mencionar el objetivo de impedir que la temperatura media mundial aumente más de dos grados centígrados respecto a su nivel preindustrial, como plantean también Alemania y los otros países europeos. Los informes científicos coinciden en que un aumento de la temperatura mundial superior a los dos grados impediría controlar el cambio climático, que adquiriría una dimensión catastrófica. "Nos oponemos al objetivo de limitar el aumento de la temperatura a dos grados. No estamos solos", destacó el responsable de la Administración norteamericana sobre Medioambiente, James Connaughton.

La reunión bilateral previa al inicio de la cumbre entre el presidente norteamericano, George Bush, y la cancillera alemana y presidenta anual del G-8, Angela Merkel, no logró modificar la postura estadounidense. Bush se limitó a expresar su deseo de "trabajar en un acuerdo posterior a Kioto y sobre la forma de alcanzar los objetivos esenciales de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero".

En la cena informal que abrió anoche la cumbre anual del G-8, Bush intentó rebajar la creciente tensión con su homólogo ruso, Vladimir Putin, tras haber criticado la víspera la falta de democracia en Rusia. Bush insistió en que Rusia no es un enemigo de EEUU y que no va a atacar a Europa, a pesar de su reciente amenaza de volver a apuntar sus misiles hacia los países europeos. "Queremos tener buenas relaciones con Rusia y ese será mi mensaje a Putin", aseguró.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, que se estrena en una cumbre del G-8, y el primer ministro británico, Tony Blair, que asiste por última vez, anunciaron que querían tener una discusión "franca" con Putin, molestos por las declaraciones belicosas rusas hacia Europa.