El líder libio, Muamar Gadafi, dinamitó ayer el consenso en la cumbre de la Liga Arabe, que comenzó en Túnez y puso de manifiesto las enormes diferencias que dividen a los países miembros. De forma imprevista, Gadafi se levantó y se fue de la sesión inaugural de la reunión de jefes de Estado al no gustarle un párrafo del discurso en el que el secretario general de la organización, el egipcio Amr Musa, le criticaba veladamente por sus anteriores amenazas de retirar a Libia de esta organización. El dirigente libio afirmó también no estar de acuerdo con la agenda de la cumbre.

Gadafi, que llegó a Túnez a última hora ya que en un principio había declinado su asistencia, reaccionó airadamente a las referencias de Musa. Antes de levantarse, se giró hacia Hosni Mubarak, el presidente egipcio, y le dijo con sorna: "Me marcho a fumarme un cigarrillo americano". En una rueda de prensa, Gadafi expresó su deseo de que "Libia se retire de la Liga Arabe" y dijo esperar que las instancias políticas de su país, los denominados Comités Populares de Base, aprueben esa retirada.

INFLUENCIA DE EEUU El líder libio lleva años amenazando con retirarse de la Liga Arabe, al considerar que esta grupo no ha servido para nada. Gadafi justificó su actitud por la decisión de la organización de no aceptar debatir su propuesta para Oriente Próximo, que se basa en un solo Estado para palestinos e israelís.

Con su portazo, Gadafi desacreditó una cumbre árabe marcada por la creciente influencia de EEUU sobre los líderes árabes, que van a adoptar posturas más moderadas respecto al conflicto en Oriente Próximo. Aunque aún no se ha aprobado, existe un consenso para que la declaración final incluya, por primera vez en la historia de la Liga Arabe, una condena de los atentados terroristas palestinos contra civiles israelís. Además, los jefes de Estado árabes han exigido respeto a la soberanía y a la integridad territorial de Irak y han expresado su rechazo a las sanciones de EEUU sobre Siria.

Esta cumbre, que continuará hoy, debía haberse celebrado a finales de marzo. Sin embargo, el presidente tunecino, que oficiaba de anfitrión, decidió suspenderla al constatar las profundas divergencias de los líderes árabes sobre el principal asunto de discusión: la postura árabe ante las reformas que EEUU planea para el mundo árabe.

El objetivo de la cumbre, poco probable de lograr, es que los árabes intenten consensuar una postura común ante ese proyecto, que Washington presentará en la próxima cumbre del G-8.