La realidad de nuevas formas de guerra obliga a diseñar nuevas estrategias presupuestarias, pero el cambio no siempre es recibido con los brazos abiertos. Ayer, después de proteger en el más estricto secreto su preparación, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, presentó en rueda de prensa la propuesta presupuestaria del Pentágono para el 2010, prometiendo una "reforma de las prioridades" al solicitar casi 400.000 millones de euros.

Gates propone abandonar muchas inversiones en defensa tradicional para dedicar más dinero a la preparación ante "guerras no convencionales", lo que ha puesto ya en pie de guerra a la industria y que augura la resistencia de congresistas elegidos en zonas donde el sector es fuente de empleo. "Debemos reequilibrar los programas para institucionalizar y mejorar nuestras capacidades de afrontar las guerras en las que estamos hoy y los escenarios a los que es más probable que nos enfrentemos en años venideros", declaró.

Una de las líneas maestras de su presupuesto es abandonar el gasto de miles de millones en algunos equipamientos y programas nacidos en la guerra fría y enfocar el dinero a otros adaptados a conflictos como los de Afganistán e Irak.

Unas horas antes, otro viraje llegó a EEUU. El domingo por la noche, y por primera vez en 18 años, se permitió a los medios cubrir la llegada de uno de los ataúdes de soldados muertos. El veto lo impuso en 1991 en la primera guerra del Golfo el entonces presidente, George Bush.

Mientras, Bagdad revivió ayer las peores jornadas de violencia del 2006 y el 2007 tras una ola de atentados con 37 muertos.