Los partidos pro y antimilitares han reclamado la victoria tras las elecciones en Tailandia y anunciado que ya negocian las alianzas de Gobierno. La formación Palang Pracha Rath, encabezada por el general golpista Prayuth, subraya el medio millón de votos que le separan del Puei Thai, apadrinado por el exprimer ministro depuesto Thaksin. El debate doctrinal sobre si la victoria la dan los votos o los escaños será efímera: solo un milagro evitará que Prayuth siga dirigiendo el país con el uniforme militar ya en el armario.

Los resultados dinamitaron dos presuntas certezas manejadas por analistas. El 66% de participación está muy lejos de ese 90% esperado que iba a demostrar el fervor democrático de la sociedad. También el saco de votos de Prayuth ha reventado los pronósticos. Al final ha pesado más el conservadurismo de una sociedad que teme el regreso de los enfrentamientos sociales que terminaron en la asonada militar de 2014. Prayuth no ganará el Nobel de Economía pero nada perjudica más a los negocios en general y al turismo en particular que las imágenes de tiroteos en las calles de Bangkok.

La reforma constitucional aprobada años atrás allanaba el tránsito de la dictadura a la democracia. El Ejército designa a dedo a los 250 miembros del Senado, que junto a los parlamentarios eligen al primer ministro.

MÁS POBRES QUE RICOS / A Prayuth le bastan poco más de un centenar de escaños en la Cámara baja para asegurarse la investidura. Los resultados muestran que no le será difícil pescarlos en las formaciones conservadoras. Las esperanzas no eran desmesuradas por la simple lógica matemática de que hay muchos más pobres que ricos en Tailandia.

Las nuevas formaciones le han restado votos esta vez. Thanathorn, un empresario triunfador ha rondado el 19% de las papeletas aunque ha sido penalizado en el reparto de escaños. Personifica las esperanzas de un futuro sin militares golpistas ni populistas. El recuento de votos está siendo muy caótico y la junta electoral ha recibido más de un centenar de denuncias, popularizándose etiquetas en la red sobre las elecciones más sucias.