Arnold Schwarzenegger consiguió ayer el papel más original y atrevido de su carrera, fuera de los escenarios de Hollywood que le proporcionaron fama mundial. Al entrar de lleno en el mundo de la política, se embarca en una aventura que ninguno de los personajes cinematográficos que encarnó podría emular. Entre otras cosas, porque esta vez no le darán escrito el guión y el final es imprevisible.

La biografía de Schwarzenegger se parece poco a la de cualquier político convencional, aunque en EEUU hace tiempo que dejó de resultar sorprendente que un actor deambule por tales derroteros y alcance el éxito. Schwarzenegger sigue los pasos del que fuera también gobernador de California --y republicano-- Ronald Reagan. Pero, al contrario que éste, aunque se lo propusiera no podría alcanzar nunca la máxima magistratura del Estado porque la presidencia de EEUU está reservada a los nacidos en el país.

Schwarzenegger vio la luz en Thal, una pequeña localidad austriaca cercana a la ciudad de Graz, el 30 de julio de 1947. De familia humilde, nació en una casa donde no había agua corriente ni electricidad. Su padre quería que fuera futbolista pero el joven Arnold tenía otras ideas. Apasionado del culturismo, a los 13 años cogió su primera barra de pesas y a los 17 ganó el primer campeonato de musculatura. En 1965, se hizo con el título de Mister Europa Junior y, a la edad de 20 años, se convirtió en el Mister Universo más joven de la historia. Fue la primera de las cinco veces que ganó este título.

EL SUEÑO AMERICANO

En 1968, cuando contaba 21 años, se trasladó a EEUU y se hizo llamar por el sobrenombre de el roble austriaco . Estudió Economía en la Universidad de Wisconsin y a los 22 años ya era millonario: amasó su fortuna invirtiendo los premios que había ganado en el negocio inmobiliario y montó una empresa de venta por correo de material de culturismo. Para muchos, Arnold era la encarnación del sueño americano.

Fue precisamente su físico lo que llamó la atención de los productores de Hollywood, pero su complicadísimo apellido y su acento presentaban un problema. Por ese motivo, en sus primeras películas, producciones de serie B y bajo coste, apareció en los títulos de crédito como Arnold Strong (que en inglés significa fuerte) y su voz fue doblada.

Oliver Stone le proporcionó el salto a la gloria en 1982 con Conan, el bárbaro , un personaje al que el acento germánico de Schwarzenegger le venía como anillo al dedo. Pero fue su robótico papel en Terminator , de James Cameron, en 1984, lo que le situó entre la élite de Hollywood.

El cine de acción, basado en sofisticados efectos especiales y presupuestos multimillonarios, que en la década de los 80 y principios de los 90 atraía audiencias masivas, empezó a cansar al público y la carrera de Schwarzenegger parecía condenada al declive, a pesar del relativo éxito, este verano, de Terminator 3 . Pero Arnold ya había hecho su apuesta. Y ni las alegaciones de acoso sexual ni tampoco sus supuestas simpatías por Adolf Hitler han podido interponerse en su camino.