El ministro alemán de Finanzas, Peer Steinbrück, afirmó hoy que "el mundo no volverá a ser igual que antes de la crisis" financiera internacional, sostuvo que hoy por hoy "nadie puede predecir cuándo acabará" y reclamó nuevas "reglas de tráfico" para los mercados.

En una declaración ante el Bundestag, el Parlamento federal alemán, Steinbrück auguró una ralentización del crecimiento económico mundial y un aumento del desempleo. "No se puede predecir todavía cuál será el alcance mundial de la crisis, pero parece probable que Estados Unidos perderá su estatus como potencia del sistema financiero internacional", señaló el ministro, quien vaticinó un sistema mundial "multipolar".

"En el nuevo mercado internacional financiero los fondos estatales o bancos de Asia y Oriente Próximo desempeñarán un mayor papel, como también los bancos europeos con su modelo de bancos universales", un modelo, que precisó, ha demostrado ser mejor que el estadounidense. Pese a que insistió en que "nadie" puede predecir el final de la crisis y "todos los que aseguran ver el final del túnel, quizás lo que estén viendo son las luces del tren que viene en contra", Steinbrück insistió en que no hay motivos en Europa y en Alemania para caer en el pánico.

El responsable del tesoro alemán subrayó que, pese a todo, "hasta ahora ha funcionado la gestión internacional de la crisis" y no se ha producido "el temido colapso". El político socialdemócrata sostuvo que "los ciudadanos no deben tener miedo por sus ahorros", si bien reconoció que "nuestra economía real sufrirá", con un crecimiento menor y un aumento del desempleo.

Para Steinbrück, la crisis, cuyo origen está "exclusivamente" en EEUU, pone de manifiesto que han fracasado los que preconizaban una política basada en el principio anglo-americano de "dejar hacer" a los mercados y de mantener al Estado lejos del juego de las bolsas. "La argumentación de los defensores del 'laissez-faire' era tan simple como peligrosa: hay que dejar actuar al mercado, que es más eficiente si el Estado se abstiene de reglamentarlo", dijo.

El problema de esta filosofía, añadió, es que a simple vista, la evolución de los mercados, con crecientes rendimientos para los inversores, parecía darle la razón a los que la defendían. Ningún político y banquero en Nueva York, Washington o Londres quería prescindir de este modelo.

"Durante nuestra presidencia de la UE y del G7 toda crítica a este sistema y cualquier propuesta del gobierno alemán para solucionar sus problemas fueron objeto de mofa o tachados de típica manía alemana de querer regularlo todo", recordó Steinbrück, quien celebró que, entretanto, esta visión haya cambiado.

El ministro alemán de Finanzas reiteró su rechazo a poner en marcha en este país un plan de rescate para la banca en crisis similar al paquete de 700.000 millones de dólares que prepara Washington, porque "es innecesario" en un sistema bancario como el que existe en Europa y Alemania. No obstante, celebró que la Administración (del presidente estadounidense George) Bush haya decidido lanzar este programa, puesto que de lo contrario las consecuencias internacionales serían mucho mayores.

Steinbrück aprovechó su declaración de Gobierno ante el Parlamento para plantear una serie de "reglas de tráfico" que deberían ponerse en marcha para evitar crisis similares en el futuro. Lo primordial es, a su juicio, crear las reglas necesarias para evitar que los bancos puedan hacer sus operaciones de riesgo fuera de su contabilidad. Según Steinbrück, los bancos sólo deben poder hacer operaciones de riesgo que cuentan con suficiente capital propio y únicamente si se realizan dentro de la contabilidad.

Además, en su opinión, los bancos deberían contar con mayores reservas de liquidez y se tendrían que diseñar estándares internacionales para responsabilizar personalmente a los inversores que operen en los mercados.

Entre las medidas propuestas por Steinbrück, figura además la de dotar al Fondo Monetario Internacional de la potestad necesaria para poder supervisar el cumplimiento de los estándares que se acuerden, y, finalmente, la de prohibir, no sólo temporalmente, apuestas bajistas sobre valores financieros en la Bolsa.