Los votos no son suficientes y, ante la falta de apoyo en el Consejo de Seguridad, el Gobierno británico se planteaba ayer introducir nuevas modificaciones en la resolución que autoriza el uso de la fuerza contra Irak. La aprobación de una segunda resolución en el Consejo es la única salida de que dispone el primer ministro británico, Tony Blair, para frenar la rebelión interna, en el Gobierno y en el Partido Laborista, que amenaza con devorarle.

El ministro de Exteriores, Jack Straw, señaló ayer en la Cámara de los Comunes que el Reino Unido esta considerando un nuevo calendario detallado con medidas precisas de desarme que Sadam Husein debería cumplir. Straw indicó que no espera que Irak complete el desarme en menos de una semana, dando a entender que el ultimátum del 17 de marzo, decretado por Londres, Washington y Madrid, podría ser ampliado. "Lo que esperamos es que el régimen de Irak demuestre la completa, incondicional e inmediata cooperación que le estamos pidiendo con sucesivas resoluciones desde 1991", afirmó.

EJERCICIO DIPLOMATICO TARDIO

Los colaboradores del primer ministro en Downing Street también sugirieron que los plazos podrían ampliarse. "El 17 de marzo es la única fecha inscrita en la resolución. Si nuestros colegas tienen otras ideas, les escucharemos", señaló uno de los portavoces oficiales. La impresión de varios analistas políticos es que esta nueva concesión es un ejercicio diplomático sin el peso suficiente y que llega demasiado tarde.

Atrapado en su propia estrategia bélica, la segunda resolución es la última vía de escape que le queda a Tony Blair para recobrar la iniciativa internacional y la autoridad en casa. Blair está viviendo las horas más difíciles de su carrera política y, por primera vez, ve peligrar su cargo de primer ministro y su puesto como líder del Partido Laborista.

Los pasillos del Parlamento de Westminster eran ayer un hervidero de especulaciones, desencadenadas tras el anuncio realizado la noche del domingo por la ministra de Desarrollo Internacional, Clare Short. Con su franqueza habitual, Short confirmó a la BBC que dimitirá si el Reino Unido participa en una guerra contra Irak al margen de Naciones Unidas, porque no quiere "apoyar la violación de la ley internacional, ni socavar el mandato de la ONU". Short también acusó a Blair de estar actuando de manera "profundamente irresponsable con el mundo, con nuestro Gobierno, con su propio futuro, posición y lugar en la historia".

SIGNOS DE DEBILIDAD

En Downing Street, donde hace unos días alardeaban de la unidad del Gabinete -- "firme como una roca", decían--, prefirieron ignorar el ataque de Short, aun reconociendo que el primer ministro estaba sorprendido y furioso. El jefe del Gobierno se había entrevistado el pasado viernes con ella y ésta no le previno del anuncio que pensaba realizar. Ambos volvieron a hablar ayer por teléfono, pero el hecho de que no se produjera el cese fulminante de Short da medida del momento de debilidad por el que pasa Blair y del apoyo de que goza la disidente dentro del partido laborista.

Varios ministros expresaron su sostén al jefe del Gobierno. "Todo el país debería apoyar la determinación de Blair para obtener el acuerdo internacional a una segunda resolución", declaró el titular de Finanzas, Gordon Brown. Por su parte, el responsable de Sanidad se dijo sorprendido por la actitud de su colega, a la que recriminó haber roto la disciplina de unidad del Gabinete.