Bolivia pendía ayer de una tregua tan frágil como una hoja seca. El Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) y un representante de la oposición conservadora discutieron hasta la madrugada del sábado para intentar que el país, donde ya han muerto 16 personas, no caiga en un precipicio sin retorno. En lo único que coincidieron fue en la necesidad de seguir hablando hoy, antes de que sea demasiado tarde. Pero las negociaciones no serán eternas: el presidente, Evo Morales, advirtió que extenderá las medidas de emergencia ya vigentes en Pando a las regiones que lo sigan desafiando. La noche del viernes (madrugada de ayer en España) el Gobierno boliviano decretó el estado de sitio en Pando, región fronteriza con Brasil, donde se produjeron graves disturbios.

"Si los prefectos gobernadores devuelven las instituciones del Estado, si dejan de atentar contra el patrimonio del pueblo, que son los gasoductos y las refinerías, no hay por qué pensar en la ampliación del estado de sitio", dijo Morales en una reunión con la prensa extranjera.

LEVE OPTIMISMO El prefecto de Tarija, Mario Cossío, estuvo más de ocho horas en el Palacio Quemado reunido con el vicepresidente, Alvaro García Linera, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, y otros funcionarios. Lo hizo en nombre de los departamentos rebeldes. A eso de las dos de la mañana del sábado abandonó la sede del Ejecutivo con un leve optimismo. "Ojalá esto se convierta en un pacto nacional que nos permita solucionar los problemas en un escenario de reconciliación nacional. La voluntad fue ratificada por el Gobierno y las regiones", dijo Cossío. "Hubo coincidencias", señaló el viceministro de Descentralización, Fabián Yaksic. "Los prefectos tienen que ceder, y también el Ejecutivo", afirmó el diputado del MAS Hilario Callisaya. El enfrentamiento entre La Paz y las regiones que lidera Santa Cruz se agudizó en agosto después de que Morales fuera ratificado en su cargo con casi el 68% de los votos y decidiera avanzar en su agenda política, que la oposición de derechas considera totalitaria.

Mientras Cossío negociaba con el Gobierno, las Fuerzas Armadas comenzaban a controlar el departamento de Pando, escenario de lo que el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, llamó "una verdadera masacre". El aeropuerto sigue cerrado y en la disputa por su control fallecieron otras dos personas. El prefecto de esa región amazónica y fronteriza con Brasil, Leopoldo Fernández, recalcó que "no permitirá" que se instaure el estado de sitio. "Están equivocados si creen que con esto nos van a amedrentar", agregó.

Fernández es una especie de señor feudal. El Gobierno lo responsabiliza de una tragedia que, insistió Rada, puede ser aún mucho mayor. "Fuimos emboscados por paramilitares escondidos entre los árboles. Eramos 35 personas. Varios fueron asesinados con ráfagas de ametralladoras mientras cruzaban el río. Otros pudieron esconderse en el monte, pero están desaparecidos", reveló el dirigente de la Federación de Campesinos, Antonio Moreno. El director Nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), el coronel Pablo Caballero, dijo que hay 14 detenidos.

El conflicto boliviano ha disparado una crisis regional. Bolivia echó al embajador norteamericano por conspirador y EEUU hizo lo propio con el boliviano. Hugo Chávez decidió jugar su propio juego, en solidaridad con Morales y también expulsó al jefe de la misión diplomática norteamericana. Washington imitó el gesto y, además, congeló las cuentas bancarias de importantes funcionarios chavistas.

La presidenta chilena, Michelle Bachelet, convocó para mañana por la mañana en Santiago una reunión de emergencia de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). "No queremos permanecer impávidos ante una situación que nos preocupa", aseguró Bachelet.