Después de casi 10 días de intensas negociaciones, los equipos del Gobierno de Colombia y las FARC se preparaban en La Habana para anunciar el nuevo acuerdo de paz derivado de la incorporación de las propuestas de los defensores del 'no' en el plebiscito del 2 de octubre. El presidente Juan Manuel Santos citó de urgencia a su antecesor en el cargo, Álvaro Uribe, para informarle de los detalles de lo alcanzado en Cuba. El propio Uribe dio cuenta de la premura de la cita en su cuenta de twitter.

La trascendencia de la reunión programada en Rionegro, Antioquia, salta a la vista: Santos y Uribe no se ven cara a cara hace seis años y en los últimos tiempos fueron protagonistas en público y privado de un duro enfrentamiento tanto político y personal. Según la cadena de radio RCN de Bogotá, las partes habrían llegado a un 90% del acuerdo en puntos claves de la agenda como desarrollo agrario, participación política, justicia transicional, reincorporación a la vida civil y verificación de cese al fuego.

Desde La Habana, un portavoz del equipo negociador de la guerrilla había anticipado que se comunicaría a los colombianos los “avances” para alcanzar un nuevo entendimiento que destrabara la situación derivada de la derrota electoral de las propuestas del Gobierno. La ex candidata presidencial Marta Lucía Ramírez, otra de las promotoras del 'no' comunicó en su cuenta personal haber sido anticipada personalmente por Santos de las importantes novedades.“Quedó de enviarme esos textos que ya tienen trabajados para recibir mi opinión. No sé si será un texto definitivo, ellos sienten que sí lo es, pero lo leeré lo más pronto posible para anunciar si contiene nuestras propuestas”.

Horas antes, en una entrevista concedida a Le Monde, el presidente había advertido que si el nuevo acuerdo de paz con las FARC no se firma con rapidez “aumenta el riesgo de ruptura del alto el fuego” y de divisiones en la misma guerrilla. Recordó en ese sentido que desde que cesaron las hostilidades “no ha habido un solo muerte, ni un solo incidente. Pero la situación sigue siendo frágil”.

La concreta posibilidad de un ajuste exitoso del acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla llega en un momento de zozobra mundial y regional después del triunfo de Donald Trump en las elecciones. El único dirigente de peso que en América Latina pareció asumir de modo entusiasta la candidatura del magnate fue nada menos que Uribe. “Felicitaciones Presidente Trump; el narcoterrorismo de Colombia y la tiranía de Venezuela son los grandes enemigos de nuestra democracia”, dijo apenas se conoció su victoria en los comicios.

EL TIEMPO APREMIA

Muchas cosas han sucedido después de que el electorado colombiano le diera la espalda al acuerdo para cerrar el conflicto armado. Juan Manuel Santos obtuvo el Premio Nobel de la paz y crecieron las movilizaciones en favor de preservar lo pactado con las FARC. De otro lado, los Demócratas se despiden de la Casa Blanca. Se perfila un nuevo escenario mundial. No es esa la única urgencia de los negociadores. A fin de mes vence el tiempo para la presentación del nuevo acuerdo en el Congreso. Santos tiene además dos limitaciones en la legislatura: terminan las sesiones y se vislumbran grietas en su coalición. Uribe también tiene que perder: ha decrecido el respaldo de los sectores militares y retirados.