En medio del creciente aislamiento internacional, el Gobierno de Honduras instaurado tras el golpe de Estado del pasado fin de semana mantiene una actitud de desafío. El nuevo canciller hondureño, Enrique Ortez, aseguró ayer que si el depuesto presidente, Manuel Zelaya, intenta llegar a Tegucigalpa, "hay 25.000 personas listas para impedírselo", mientras que el presidente golpista, Roberto Micheletti, aseguró: "En el momento en que él entre al país será trasladado a la cárcel".

El toque de queda que rige en Honduras desde el domingo ha sido prolongado durante toda la semana. El país amaneció ayer bajo una aparente calma, mientras detractores y seguidores de Zelaya siguen movilizados. Unos 300 miembros de organizaciones populares afines a Zelaya volvieron a concentrarse frente a una entrada posterior de la Casa Presidencial para exigir el regreso de Zelaya.

Desde los enfrentamientos del lunes, cuando la policía desalojó violentamente a los seguidores de Zelaya de los alrededores de la Casa Presidencial, no han vuelto a producirse incidentes graves, pero el clima de represión sigue.

Mientras, el Parlamento y el Ejecutivo analizarán "lo más pronto posible" la retirada de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), promovida por Venezuela y Cuba, y a la que Honduras se adhirió en el 2008.