El pasado enero, en plena crisis de los chalecos amarillos, Emmanuel Macron planteó a los franceses una cuestión durante mucho tiempo tabú. «¿Quiere que el Parlamento fije objetivos anuales en materia de inmigración cuando se hayan cumplido nuestras obligaciones de asilo?», preguntó el presidente. Diez meses después, el Gobierno parece tener la respuesta.

El primer ministro, Edouard Philippe, anunciará hoy el establecimiento de cuotas para inmigrantes económicos a partir del verano del 2020, una medida aplaudida por la derecha y la ultraderecha que intentó sin éxito sacar adelante Nicolas Sarkozy en el 2007 y que verá la luz en plena cruzada de Macron para impedir que la política migratoria sea un tema exclusivo de Marine Le Pen.

Con la reforma, la entrada de inmigrantes extracomunitarios en Francia estará vinculada a las necesidades de mano de obra en cada sector de actividad. «Se trata de tener objetivos cifrados para decir que nos faltan oficiales albañiles aquí o topógrafos allí. Podemos aceptar una inmigración profesional modesta en términos numéricos pero que será un complemento para el país», explicó ayer en BFMTV la ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud.

La inmigración profesional representa actualmente unos 30.000 permisos de residencia del total de 260.000 concedidos al año. «Se fijarán las necesidades por oficios y territorios», añadió la titular de Trabajo. Los agentes sociales y las oficinas de empleo identificarán los sectores demandantes de mano de obra y un programa estadístico permitirá conocer las necesidades de las empresas.

La aplicación de cuotas es una de las 20 medidas del plan que el Ejecutivo presentará en un comité interministerial sobre inmigración e integración. Entre ellas hay otra que establece un periodo de carencia de tres meses antes de que los solicitantes de asilo puedan acceder a la sanidad pública.

El argumento es que hay que evitar el «turismo médico» pero las asociaciones humanitarias han puesto el grito en el cielo porque es la primera vez que se cuestiona el principio de la asistencia sanitaria universal a personas que han vivido situaciones dramáticas. Mientras tanto, la izquierda denuncia una «estigmatización» de los demandantes de asilo.

ENDURECIMIENTO / También se revisará la llamada Ayuda Médica de Estado (AME), de la que ahora se benefician 300.000 personas sin papeles, una subvención que la ultraderecha sueña con eliminar. Del plan gubernamental recogido por la prensa francesa se desprende un endurecimiento de las condiciones de la inmigración familiar y una reducción del número de concesiones de asilo.

A cinco meses de las municipales, el sector más progresista de La Republique en Marche (LREM) ve con alarma la derechización del presidente y la urgencia con la que aborda temas en los que compite claramente con Le Pen.

Con la excusa de que hay que hablar con todo el mundo, Macron ha concedido incluso una entrevista a Valeurs Actuelles, semanario ultra. Todos los analistas coinciden en que su estrategia es convertir las próximas presidenciales (2022) en un duelo con la líder ultraderechista.

Macron confía en esa maniobra para abrir de nuevo las puertas del Elíseo si, como hasta ahora, se activa el frente republicano que corta el paso al Frente Nacional (llamado ahora Reagrupación Nacional) en un sistema electoral a dos vueltas que impide tradicionalmente al partido de Le Pen llegar al poder. Macron, asistió ayer en Sanghái a la inauguración de la Expo Internacional de Importaciones de China.