Una semana después del inicio de la tregua entre Hamás e Israel, Gaza vuelve a ser un enfermo en cuarentena y sin respiración asistida. El Gobierno israelí cerró ayer todos los pasos fronterizos de la franja por los que entraba la ayuda humanitaria, como respuesta al lanzamiento, el martes, de cuatro cohetes palestinos sobre las poblaciones judías. Fuentes oficiales precisaron, sin embargo, que las fronteras podrían reabrirse hoy mismo. Y es que el primer ministro, Ehud Olmert, que ayer logró salvar el puesto con un pacto de última hora, no quiere dar por finalizado el alto el fuego sin asegurar antes la liberación del soldado Gilat Shalit, capturado por Hamás hace ahora dos años.

Por exigencias de Israel, la tregua se circunscribe solo a Gaza. En Cisjordania, el Ejército hebreo continúa con sus redadas y asesinatos rutinarios. En principio, Hamás está dispuesto a aceptarlo porque necesita reabrir los pasos de la franja para aliviar la pobreza de la población, sometida a un año de bloqueo. Pero el resto de facciones son una incógnita, especialmente la Yihad Islámica, ligada estrechamente a Irán.

De hecho, fue su gente la que reivindicó los cohetes del martes. El Gobierno israelí consideró la acción "una violación flagrante" del alto el fuego y optó por cerrar las fronteras, incluso a la entrada de combustible para la central eléctrica. Hamás dijo que intentará convencer a las facciones para volver a la tregua, aunque no se enfrentará a ellas.