“No lo aprobaremos nunca, la gente nos mataría”. Es la respuesta de Umberto Bossi, a una reforma de las pensiones que eleve, definitivamente y para todos, la edad de la jubilación a 67 años. El líder de la Liga del Norte y socio indispensable del ejecutivo de Silvio Berlusconi, anunciaba este mediodía que la “situación es muy difícil” y que una caída del Gobierno conservador está a la vuelta de la esquina. “Corremos el riesgo de que haya crisis”, ha dicho.

“El Gobierno está en riesgo”, ha añadido Altero Mattioli, ministro de Infraestructuras, antes de entrar en la residencia de Berlusconi, donde se celebra una reunión, que deberá terminar con un acuerdo o con la crisis del Ejecutivo.

Bruselas pide a Roma que este miércoles Berlusconi presente una “agenda clara sobre las medidas tomadas”. Un Consejo de Ministros extraordinario celebrado el lunes no consiguió aprobar el decreto con las medidas previstas, por la oposición de la Liga a reformar las pensiones.

Según todos los sindicatos, antes de reformar de nuevo las pensiones debería aprobarse un impuesto sobre el patrimonio y un abaratamiento de los costes de la política. “Los pensionistas ya han colaborado”, dicen. “Es una intimidación”, añade Susanna Camuso, secretaria de la CGIL, equivalente a CCOO.

El portavoz de la UE, Amadeu Altafaj Tardio, ha dicho este martes que lo pide la Unión Europea "no es humillante” y la cancillera alemana, Angela Merkel, ha subrayado la dificultad en poner más dinero sobre la mesa para salvar Italia, porque es “difícil poner dinero cuando parece que el interesado no quiere defenderse a sí mismo”.

Un portavoz del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, añadía que la UE está esperando “una carta de Berlusconi en la que haya los compromisos específicos sobre las rápidas medidas para el crecimiento que Italia piensa adoptar y hasta ahora no hemos recibido ninguna indicación”.

Sin el apoyo de la Liga, Berlusconi se quedaría sin bazas, ya que no está interesado en introducir una tasa sobre el patrimonio o en reformar el Parlamento, disminuyendo drásticamente el número de diputados y senadores y en consecuencia los costes de la política.