El Gobierno y la oposición de Kenia iniciaron ayer una segunda ronda de negociaciones para tratar de poner fin a la crisis que azota el país en una jornada en la que murieron, al menos, 16 personas, entre ellas un diputado opositor, Melitus Were. Mientras, las matanzas entre miembros de las dos principales tribus del país africano, lejos de cesar, se incrementaron.

El exsecretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan logró reunir de nuevo al presidente keniano, Mwai Kibaki, y al jefe de filas del Movimiento Democrático Naranja (ODM), Raila Odinga.

Annan apuntó a la clase política keniana como "responsable a la hora de encontrar soluciones rápidas". Tanto el Gobierno como la oposición, concretó, "deben acordar soluciones a corto plazo que detengan de inmediato la espiral de violencia que se extiende por el país, y planes a medio plazo para recuperar la normalidad institucional".

La ONU estima que hay más de 250.000 desplazados desde el inicio de los violentos incidentes que se desataron tras el anuncio de los resultados de las elecciones generales del 27 de diciembre, calificadas por las oposición como "fraudulentas".

Por su parte, el representante de política exterior de la UE, Javier Solana, expresó su "enorme preocupación" por la "rápida degeneración" de la crisis en Kenia.