El Gobierno palestino de Hamás ordenó ayer el cierre de todas sus oficinas para evitar más asaltos por parte de los milicianos de Al Fatá, facción fiel al presidente Mahmud Abbás, alias Abú Mazen . Ayer se registraron nuevos disturbios en distintas zonas del territorio palestino, que se saldaron con varios heridos y un muerto en Jericó. Las tensiones entre los islamistas de Hamás y los nacionalistas de Al Fatá concidieron con el viaje que ayer inició a la región la secretaria de Estado de EEUU, Condolezza Rice.

El primer ministro palestino, Ismail Haniya, de Hamás, efectuó un llamamiento a la calma. Las autoridades ordenaron la retirada de los policías de las calles de Gaza. La medida no impidió que se registrara otro tiroteo. Guerrilleros de Hamás se enfrentaron a milicianos de Al Fatá cuando estos trataban de llevarse del principal hospital de Gaza el cadáver de uno sus compañeros muertos el pasado domingo. El tiroteo no causó víctimas.

En Naplusa, en el norte de Cisjordania, hombres armados dispararon contra la comitiva de vehículos del viceprimer ministro palestino, Naseredin al Shaer. Dos de sus guardaespaldas resultaron heridos, así como uno de los atacantes, de Al Fatá. La policía tuvo, además, que dispersar a un grupo de manifestantes que lanzaron piedras contra el Ministerio de Agricultura en Beit Hanun, al norte de Gaza.

PRESION DE EGIPTO El portavoz del Gobierno de Hamás, Ghazi Hamad, declaró que Egipto había presionado a ambas partes para que cesaran los enfrentamientos. Hamás ha acusado a Al Fatá de provocar los incidentes del domingo, que se saldaron con 8 muertos y más de 60 heridos, para ganar fuerza en el caso de que se retome el diálogo para formar un Gobierno de unidad.

Mientras tanto, el Ejército libanés se desplegó en los enclaves que el domingo abandonaron las tropas israelís. Además, Hizbulá exigió ayer a Tel-Aviv que ordene la retirada del último destacamento que todavía permanece en territorio libanés.