Una marea popular roja y blanca, la de la bandera del Líbano, se llevó ayer por delante al Gobierno prosirio del primer ministro libanés, Omar Karami, y abrió un periodo de incertidumbre en el país, cada vez más unido en torno al clamor contra las tropas sirias y la tutela de Damasco sobre Beirut. "Este Gobierno no va a ser un obstáculo para aquellos que quieren el bien de este país", dijo Karami ante el júbilo de los 25.000 manifestantes que, desafiando la prohibición gubernamental, se congregaron en la capital para exigir la renuncia del Ejecutivo.

INTIFADA PACIFICA Fue el triunfo de esa Intifada pacífica que la oposición libanesa inició tras el asesinato, hace dos semanas, del exprimer ministro Rafic Hariri. Ayer, mientras el Parlamento libanés debatía las responsabilidades en el atentado contra Hariri, la oposición --armada únicamente con la bandera del Líbano, su gran símbolo-- pidió fuera y dentro del hemiciclo la dimisión del Gobierno en pleno y la retirada de las tropas sirias del país.

Desde primera hora de la mañana --algunos incluso durmieron al raso la noche anterior--, miles de personas se acercaron a la plaza de los Mártires de Beirut, a 200 metros del Parlamento y donde está la tumba de Hariri, a pesar del gran cordón policial y militar que había convertido a Beirut en una especie de ciudad sitiada. La policía logró detener a numerosos vehículos y coches particulares con manifestantes, pero la marea humana finalmente impuso su presencia, en algunos casos regalando rosas a policías y soldados, en otros con la colaboración tácita de unos agentes que, en teoría, tenían órdenes de detenerles.

Durante el debate parlamentario, que debería haber finalizado con una moción de confianza que no se llegó a votar, la oposición acusó de negligencia al Ejecutivo y éste pidió la confianza del Parlamento, asegurando que las elecciones legislativas se celebrarán en abril y mayo, tal como estaba previsto. Pero el éxito de la convocatoria popular --la huelga contra la presencia siria fue ampliamente respaldada--, que exigía en sus pancartas "libertad, democracia y soberanía", y la salida de las tropas sirias, causó la dimisión.

"SUICIDIO POLITICO" La renuncia de Karami supone un nuevo golpe para Siria, cuyo presidente, Bashar al Asad, negó en una entrevista publicada ayer por el diario italiano La Repubblica su implicación en el asesinato de Hariri, ya que eso habría sido "un suicidio político". Asad añadió que, técnicamente, las tropas sirias pueden abandonar el Líbano a finales de año, pero que una decisión de este tipo sólo se tomará si Siria recibe "garantías" de que no va a ser atacada por Israel.

Asad también declaró al rotativo que prevé "un ataque de Estados Unidos a Siria desde que acabó la guerra de Irak". Según el presidente sirio, este ataque no es inminente, pero el lenguaje que el Gobierno de Washington usa contra Siria es el mismo que utilizó contra el régimen de Sadam Husein.