El Gobierno de Colombia salió ayer al paso de cualquier sospecha relacionada con la operación Jaque, que permitió rescatar a Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes. La Radio Suiza Romanda (RSR) dijo que se habían pagado 20 millones de dólares a los guerrilleros, basándose en una "fuente cercana a los acontecimientos". El comandante de las Fuerzas Militares, el general Freddy Padilla, rechazó la versión: "Niego que se haya cancelado un solo centavo", dijo.

"Eso no fue un rescate. Ese fue un operativo de entrega por el cual se pagó un dinero", insistió no obstante, aunque sin aportar pruebas, la senadora Piedad Córdoba. Las voces suspicaces no empañan la algarabía que se vive en Colombia. Tampoco son fruto de la paranoia. Aquellos que ven en la operación Jaque algo más que una buena intriga recuerdan que, semanas atrás, el presidente Alvaro Uribe dijo que un jefe de las FARC había contactado con la inteligencia militar, ofreciendo entregar a Betancourt a cambio de no ser extraditado. "¿Acaso son César o Gafas ese contacto?", se ha preguntado más de uno, con la convicción de que hay algo de este episodio que no se está contando. La revista Cambio señaló que "un desertor" de la guerrilla regresó a la selva con respaldo del Ejército para trabajar como infiltrado.

Entre tanto, siguen conociéndose otros detalles del asombroso rescate. La misma Cambio revela que, para persuadir a César de que debía reunir a los cautivos, un miembro de la inteligencia militar logró imitar la voz de Alfonso Cano, el líder de las FARC.

Aunque el Gobierno insistía en resaltar el carácter "100% colombiano" de la operación, el diario israelí Haaretz consignó que "dos asesores" de la inteligencia de ese país estaban presentes en los preparativos.