Austria será a partir de ahora un país más conservador y cerrado. Después de 11 años como socio menor de las coaliciones de gobierno, el Partido Popular Austríaco (ÖVP) se ha hecho con la victoria en las elecciones generales celebradas este domingo con un 30,2% de los votos. La candidatura independiente y personalista de Sebastian Kurz, de tan sólo 31 años, permitirá al partido volver a ser el más votado del país, un hito que no conseguía desde 2002. El nuevo canciller se convertirá así en el mandatario más joven del mundo.

Pero el giro a la derecha de Austria es mucho más profundo. Mejorando sus resultados del 2013, el ultranacionalista y xenófobo Partido de la Libertad (FPÖ) ha obtenido un 26,8% de los votos que le sitúan como segunda fuerza del país, quedándose a tan solo 0,1 puntos de sus mejores resultados históricos, obtenidos en 1999. Esta victoria de los anti-inmigración, capitaneada por el ultra con pasado neonazi Heinz-Christian Strache, les abre las puertas del gobierno para formar una coalición con conservadores que ya funcionó entre 1999 y 2006. Aunque el FPÖ ha crecido hasta 6,3 puntos hay que tener en cuenta la desaparición de BZÖ y Stronach, dos formaciones que iban de la ultraderecha al euroescepticismo.

Nueva caída socialdemócrata

Como va siendo norma en toda Europa, los grandes derrotados de estos comicios han sido los socialdemócratas (SPÖ). En el gobierno desde 2006, se vieron sorprendidos en mayo cuando Kurz decidió romper la coalición de gobierno y anticipar elecciones. Su giro a la derecha y una campaña marcada por escándalos difamatorios contra el líder conservador les han llevado a quedarse con un 26,3% de los votos, un descenso de 0,6 puntos que supone el peor resultado del partido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.