El respeto por las libertades individuales es ya historia en el Reino Unido. Un nuevo proyecto del Gobierno hará de los británicos los ciudadanos más vigilados del mundo. El Ministerio del Interior pretende registrar en una gran base de datos cada llamada telefónica, correo electrónico y el tiempo que cada usuario pasa conectado a la red. El plan, desvelado ayer por el diario The Times , obligará a las compañías de telefonía y a los proveedores de internet a entregar automáticamente a las autoridades esa información, que permanecerá almacenada al menos un año.

La policía y las fuerzas de seguridad podrán acceder y utilizar los datos con una orden judicial. Desde octubre, los operadores telefónicos deben conservar durante 12 meses el registro de las llamadas y los mensajes desde los móviles de sus clientes. Esos controles se amplían ahora al uso de internet, las llamadas a través de la red y los e-mails.

La lucha contra la delincuencia y el terrorismo es una vez más el argumento con el que el Gobierno trata de justificar la nueva intromisión en la vida privada. El plan "nos preocupa, creemos que va demasiado lejos", afirma Jonathan Bamford, encargado de la protección de datos de los británicos. Su inquietud es doble. Por un lado, señala que "caminamos sonámbulos hacia una sociedad de vigilancia total del ciudadano".

Por otra parte, Bamford advierte de que centralizar una gran colección de datos es arriesgado, "porque cuantos más datos se almacenen, mayor será el problema si se pierden o son robados", concluye.