Los británicos acuden hoy a las urnas en unas elecciones impredecibles que, sea cual sea el resultado, harán historia. Los comicios, a los que están convocados 44 millones de votantes, pueden suponer el retorno al poder de los conservadores después de 13 años, si David Cameron consigue convertirse en el nuevo primer ministro. Gordon Brown lograría una proeza si renovase el contrato como inquilino de Downing Street con un cuarto mandato para los laboristas. Y Nick Clegg, el héroe de los liberaldemócratas, puede sellar una revolución que obligue a romper el sistema bipartidista con una reforma del sistema electoral.

La maratoniana campaña de las últimas horas no parece haber causado gran efecto en las encuestas, básicamente imperturbables desde hace muchos días. Inamovible, el último sondeo divulgado anoche por The Times (conservadores, 37%; laboristas, 28%, y liberaldemócratas, 27%) tampoco da ninguna pista de cuál será el próximo Gobierno. Según la proyección del diario, a Cameron le faltarían 16 escaños para la mayoría absoluta.

Los colegios electorales se abren a las 7 de la mañana (las 8 en España), sin que se pueda adelantar cuál será el veredicto de los británicos. La expectación es enorme y se prevé una alta participación. Los conservadores, cuya mayoría pareció garantizada durante meses, se encuentran ahora con la posibilidad de un Gobierno minoritario y de tener quizá que recurrir a una coalición con los liberales. La campaña de Cameron y su equipo ha comenzado a cosechar ya algunas críticas y reproches de tories temerosos de que las promesas de su líder no se cumplan.

Cameron, después de más de 36 horas movilizado saltando de un pueblo a otro, retornó anoche a su circunscripción deWitney, donde votará y pasará la jornada en una tensa espera.