El miedo se ha apoderado de parte de la comunidad extranjera de Egipto, tanto turista como residente, que intenta por todos los medios acelerar la salida del país. La situación es cada día más inquietante, entre otras cosas porque hay pánico a que la crisis derive en caos y en un baño de sangre.

El aeropuerto está desbordado y con serias dificultades para poder absorber al gran número de pasajeros que se acumulan en las terminales. El toque de queda --de las tres de la tarde a las ocho de la mañana-- fuerza a las compañías aéreas a operar pocas horas cada día. Ayer, seis aviones partieron rumbo a España. Es la gran huida.

El ambiente es cada vez más tenso, y no solo por la presencia en las calles de carros de combate, tanquetas y soldados fuertemente armados, sino también por los cada vez más numerosos grupos de autodefensa vecinales que se han creado en los barrios para protegerse del pillaje. La incertidumbre, el no saber lo que va a pasar en las próximas horas y el sonido de los disparos en las noches durante el toque de queda agrava aún más la situación.

Falta poco menos de 50 minutos para la salida y la familia de Pepa Lorente no ha logrado traspasar ni siquiera el primer control de equipajes, debido al desorden reinante en la terminal 1. "No podemos perder por nada de mundo el vuelo, llevamos cuatro días aquí y hemos de salir como sea", dice Lorente, que agarra con fuerza las manos de sus dos hijos, mientras su marido se abre paso con el carro lleno de maletas entre el gentío.

Los Lorente, que viven en Alicante, son parte de los centenares de turistas españoles que se han visto atrapados en la revuelta contra el régimen de Hosni Mubarak. Según dijo ayer la embajada española de El Cairo, gran parte de los visitantes españoles ya han salido del país ,y también algunos residentes, que en Egipto son unos 800. La sede diplomática afirmó, que de momento no hay orden de evacuación, aunque permanece en todo momento en contacto con los españoles que han decidido quedarse.

Nuria Tovar, de 38 años, reside desde hace trece años cerca de Giza. El año pasado enviudó --su marido era egipcio-- y ahora vive sola. "Estos días he pasado mucho miedo. He temido por mi integridad física por si alguien entraba en mi casa", explica en el salón de su apartamento. "Los vecinos nos hemos organizado para vigilar el bloque. Yo he dormido estos días en casa de mis vecinos".