El Gobierno de Corea del Sur puso en marcha una ofensiva diplomática de gran envergadura para conseguir la cooperación internacional contra la escalada nuclear en la península coreana y contener la amenaza atómica procedente del país vecino, mientras prosiguen los gestos amenazadores del régimen de Pyongyang.

Ante la gravedad de la situación, el Gobierno surcoreano anunció que enviará lo antes posible a altos funcionarios a China y a Rusia con el fin de discutir con ambos países los medios para convencer a Pyongyang de que cumpla con sus compromisos internacionales y renuncie a relanzar su programa nuclear. Además, Seúl celebrará antes de lo previsto, a principios de enero, una reunión trilateral en Washington con Japón y EEUU para buscar una solución.

REUNION URGENTE

Pyongyang materializó sus amenazas hace dos semanas, cuando anunció que reactivaba sus instalaciones nucleares en Yongbyon, a 80 kilómetros de la capital, en respuesta a la decisión de Washington de suspender el envío de petróleo. Corea del Norte informó el viernes pasado de su última decisión: expulsar a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que vigilaban las centrales nucleares conforme al tratado de 1994 entre Estados Unidos y Pyongyang para congelar el programa nuclear norcoreano.

La AIEA reconoció que, una vez que se materialice la decisión de Pyongyang, no tiene medios para vigilar el programa nuclear norcoreano. Los inspectores abandonarán el país el martes "en el primer vuelo", según la AIEA.

Nada más hacerse pública la noticia, Corea del Sur convocó el viernes por la noche una reunión urgente de la Seguridad Nacional, que estaba presidida por el ministro de la Unificación, Chung Sae Hyun, en la que transmitió al régimen de Pyongyang "una severa advertencia". Asimismo, el Ejército popular norcoreano ha desplegado ametralladoras.