La cooperante británica de 36 años, Linda Norgrove, no murió a manos de sus captores en Afganistán. La empleada del grupo humanitario DAI falleció, con toda probabilidad, a causa de una granada lanzada por los miembros de las fuerzas especiales estadounidenses que trataban de rescatarla el viernes. El primer ministro británico, David Cameron, informó ayer sobre la nueva versión de un suceso que ha creado malestar tanto en Londres, como entre los militares del Reino Unido en suelo afgano.

Cameron explicó ayer cómo a primera hora había recibido una llamada del general David Petraeus, jefe de las fuerzas internacionales en Afganistán, para informarle del error cometido por sus hombres. El jefe del Gobierno británico calificó el incidente de "profundamente lamentable", aunque insistió en que la orden de llevar a cabo el rescate fue la correcta. Antes de dar el visto bueno a la operación, el comité de emergencia Cobra se había reunido en 12 ocasiones, desde que Norgrove fue secuestrada el pasado 26 de septiembre junto a tres colaboradores afganos. Petraeus ha ordenado una investigación.

Los detalles sobre las circunstancias que rodearon su muerte han caído mal entre los mandos militares británicos en Afganistán. A sus colegas estadounidenses les reprochan la ligereza del servicio de propaganda, al mantener durante 48 horas que la muerte de Linda fue obra de uno de sus captores.