Gracias a Europa dejaron atrás siglos de miseria. Ahora esperan que Europa les saque de la recesión. Los irlandeses vuelven a votar hoy en referendo el Tratado de Lisboa, que rechazaron hace 15 meses. Se repite la jugada, pero en esta ocasión los sondeos apuntan a una victoria del . Las últimas encuestas le otorgan el 55% de los sufragios, frente al 27% del no . Queda aún un 18% de indecisos, que mantendrán el suspense hasta mañana por la tarde, cuando se conozcan los resultados. Dos nuevas circunstancias, la crisis económica y las garantías ofrecidas por Bruselas de respetar ciertas normas específicas irlandesas, parecen haber hecho cambiar de opinión a los electores de la isla, que apenas representan el 1% de los de la Unión Europea.

Después de más de una década de extraordinario crecimiento, Irlanda es hoy un país hundido en una crisis a la que no se ve el fin. El PIB caerá en torno al 8% este año y la tasa de paro ya supera el 15%, tres veces más que en junio del 2008, cuando se celebró el primer referendo. Los bancos irlandeses, embarcados en préstamos sin apenas garantías y una gestión suicida, han necesitado la intervención del Gobierno y una inyección de 120.000 millones de euros del Banco Central Europeo, en el momento más grave de la crisis, para no echar el cierre.

DESCONFIANZA La irresponsabilidad de la banca ha sembrado la desconfianza entre los inversores. El gigante informático de Estados Unidos Dell ha preferido abrir su nueva fábrica en Polonia y los economistas no esperan signos de recuperación hasta el 2011, aunque quizá haya que esperar, advierten, al 2014. "Muchos irlandeses han cambiado de opinión y van a votar porque están asustados", afirma el politólogo del Trinity College Raj Cari. "La situación llegó a ser comparable a la de Islandia --señala este experto--. La gente ha visto que esto se hundía y que no puede salir adelante sin la ayuda de Europa".

Las garantías de que la aprobación del Tratado no modificara normativas específicamente nacionales, como la prohibición del aborto, la neutralidad militar y los bajos impuestos, ha dejado sin argumentos al bando del no . Los que rechazan el Tratado son un arco iris de grupos y partidos que va de la extrema izquierda a la extrema derecha, fanáticos ultracatólicos, pacifistas y anarquistas. Todos los partidos parlamentarios a excepción del Sinn Féin, la patronal, la mayoría de los sindicatos y los principales periódicos, están a favor del . Hasta la Iglesia, sin pronunciarse, ha dado a entender su aprobación. "No habrá una tercera consulta", advirtió el primer ministro, Brian Cowen.