Poco queda de la retórica incendiaria de ahora hace un año. Entonces, en plena campaña electoral, Alexis Tsipras prometía poner fin de una vez por todas a la austeridad. Dos elecciones, unreferéndum y un rescate después (el tercero), el primer ministro defiende ahora “una reforma del sistema político”, sin renunciar sin embargo al discurso de confrontación con los acreedores. En una entrevista concedida este fin de semana, Tsipras ha vuelto a advertir que no cederá " a exigencias irracionales e injustas" sobre laspensiones, un tema de alto voltaje en un país que ya las ha visto recortadas en un 40% en los últimos seis años.

La nueva batalla está a punto de comenzar. Los representantes de la llamada cuadriga -Comisión Europea, Banco Central Europeo, Mecanismo Europeo de Estabilidad y Fondo Monetario Internacional- regresan este viernes a Atenas para comenzar la revisión del tercer rescate, firmado el pasado verano. Tsipras ya ha avanzado que lanegociación será "crítica".

Recorte de 1.400 millones

Es en este primer trimestre cuando se deberá encarar el debate de algunas de las medidas más espinosas acordadas en el tercer rescate, como son lareforma laboral y la de las pensiones. El compromiso es recortar en un año 1400 millones, un 1% del PIB. En febrero también volverá a estar sobre la mesa la venta de las carteras de créditos morosos a los llamados fondos buitre. De momento está aprobada tan solo en el caso de deudas de grandes empresas.

El Gobierno ha dedicado las últimas semanas a estudiar fórmulas que eviten un recorte de las pensiones principales, una medida que avivaría las protestas callejeras y pondría a prueba la coalición gubernamental. En un borrador remitido a los acreedores en Nochevieja, el Gobierno propone mantener las pensiones principales y aplicar recortes a las complementarias, que se financian exclusivamente a través de las cotizaciones de patronos y empleados.

Para compensar los nuevos tijeretazos, el Ejecutivo “trata de apegarse todo lo que puede a su agenda social original”, valora a este diario el analista político Dimitris Rapidis, fundador del 'think thank' Bridging Europe​. Sin embargo, los intentos de causar una impresión favorable en la opinión pública han quedado de momento frustrados. Así ha quedado congelado un paquete de medidas sociales que ofrecería ayudas alimentarias, atención médica y descuentos en la electricidad a los sectores más desfavorecidos.

La presión ejercida desde Bruselas, que reclama que el Gobierno le consulte con anterioridad cualquier iniciativa, ha retrasado la tramitación parlamentaria de la ley. También la lucha contra la evasión fiscal ha quedado más marcada por episodios como la detención de un anciano vendedor de castañas que por el arresto de grandes magnates corruptos.

El objetivo es ahora el consenso. El margen del que goza la coalición, tanto en el Parlamento como entre los ciudadanos, se ha vuelto muy estrecho. Una encuesta reciente encargada por la televisión privada SKAI apuntaba que el 90% de los griegos creen que este año se aprobarán "medidas de austeridad peores que las que ya se han implementado”. Más del 80% de los encuestados se mostraban decepcionados con el Gobierno, que vivió el pasado otoño sus dos primeras huelgas generales.

Mayor diálogo con la oposición

En los comicios del pasado 20 de septiembre, Tsipras logró la reválida que buscaba. Pero con ello no detuvo la erosión ocasionada por las medidas impopulares que se ha visto forzado a adoptar. La limitación de la protección frente a los desahucios le hizo perder dos diputados, quedándose con una mayoría absoluta de solo dos escaños. Con todo ello se han terminado, de momento, las disensiones internas: quienes permanecen con Tsipras saben a qué atenerse.

“En la práctica el Gobierno es estable por dos motivos: la cohesión interna de los diputados del Ejecutivo se ha fortalecido, y la oposición es extremadamente débil, y seguirá siéndolo,” explica Rapidis. No obstante, el experto señala que los tres primeros meses del año supondrán “un gran reto a la estabilidad del Gobierno griego”.

Para este año queda pendiente también, el levantamiento completo del control de capitales que pesa sobre el país desde junio. Con éxito ha concluido en cambio la recapitalización de la banca, el primer punto de la hoja de ruta que conduce al debate sobre la restructuración de una deuda que asciende a los 320.000 millones de euros. Tsipras espera ver en este 2006 la luz al final del túnel. Aunque sus socios europeos no tienen tanta prisa.