Los estudiantes tomaron ayer las riendas de las protestas que azotan a Grecia por sexto día consecutivo. Cientos de escolares en varios puntos de Atenas y su periferia atacaron comisarías y protestaron ante la cárcel Korydallos, donde se halla en prisión preventiva el policía acusado de matar a Alexi Grigoropoulos.

Atenas amaneció como una ciudad casi normal. Los tradicionales atascos volvieron al centro, los empleados a su trabajo, muchos hacían recados y los operarios se esforzaban por reparar los escaparates destrozados. Por la tarde, más de 1.000 estudiantes se manifestaron contra la violencia policial en una marcha que degeneró en altercados entre unos 200 encapuchados y las fuerzas de seguridad.

Los estudiantes de secundaria y los de la universidad rechazan una vuelta a la normalidad. Cientos de institutos permanecieron cerrados y tomados por los alumnos, así como tres de las principales universidades de Atenas. Las rejas del campus central de la Universidad Politécnica estaban ayer cerradas a cal y canto y custodiadas por varios jóvenes con el rostro cubierto que hacían una fogata en el patio. Las calles adyacentes estaban sembradas de coches calcinados por los ataques con cócteles.

Un joven de pelo castaño, cubierto por un gorro y que no quiso identificarse, explicó en buen español: "Estamos jodidos. Yo hablo cuatro lenguas y mi futuro son 700 euros al mes, por eso crece la rabia. La única solución es una revolución social". ¿Y la violencia? "Los bancos son símbolos del capitalismo, hay que quemarlos", respondió.

La ocupación de la Universidad de Jurisprudencia parecía la más organizada y democrática. Un grupo de estudiantes hacían una colecta para comprar material farmacéutico con el que combatir los efectos de los gases lacrimógenos, que ya se han instalado en la atmósfera de Atenas después de que la policía utilizase 4.200 bombas de gas en los últimos días.

ASAMBLEA Otros estudiantes gestionaban la cafetería y el resto acondicionaba el edificio porque muchos duermen en él. "Los visitantes son bien recibidos", aseguró Costas. "Aquí hemos cedido espacio para las reuniones de estudiantes de secundaria y de trabajadores", explicó. Realizan semanalmente una gran asamblea a la que asisten cientos de estudiantes para decidir si continúan o no la ocupación. De momento la respuesta es .

Todos se habían informado sobre las manifestaciones en Madrid, Barcelona y otras ciudades europeas . "Tienen que continuar. ¡Necesitamos la ayuda de los españoles!", gritó un joven.