Greenpeace criticó hoy la decisión del Gobierno japonés de reducir sólo un 3,8% sus emisiones de gas de efecto invernadero para el año 2020 con respecto a sus niveles de 2005, una meta alejada del 25% que el país asiático anunció en la cumbre del clima de 2009 en Tailandia.

La decisión de Tokio, que obedece a la complicada situación que atraviesa el país después de cerrar 50 plantas nucleares tras el terremoto y el tsunami de marzo de 2011 que destruyó los reactores de Fukushima, se ha conocido mientras en Varsovia se celebra la Cumbre del clima de Naciones Unidas (COP19)

"No sólo es negativo el hecho de que hayan rebajado su meta de reducción de emisiones de gases invernadero, sino que el anuncio de la rebaja en su compromiso es además un jarro de agua fría para las negociaciones sobre el clima que ahora se desarrollan", explicó Martin Kaiser, jefe de la delegación de Greenpeace en la cumbre.

El nuevo objetivo nipón se basa en el supuesto de que ninguna de las plantas de energía nuclear cerradas reanudarán sus operaciones.

Sin embargo, según un estudio de Greenpeace, Japón puede lograr una reducción de emisiones de más de un 20% sin depender del sector de nuclear.

"La energía nuclear no puede ser una solución para el cambio climático. Es demasiado peligrosa y demasiado cara. Japón aprendió una lección terrible sobre esto recientemente", afirmó el responsable de energía y clima de Greenpeace en el país asiático, Hisayo Takada.

Según Takada, Greenpeace ha demostrado que Japón puede conseguir una reducción drástica de las emisiones con un cierre nuclear completo, aunque el Gobierno japonés "no tiene siquiera la intención de analizar esta propuesta".

"El aumento en el objetivo de emisiones puede parecer bueno para algunas industrias japonesas, pero va a ser una pesadilla para el resto del pueblo nipón, que no desea más desastres, sobre todo si se pueden evitar mediante una decisión política", concluyó.

La pérdida de potencia de la energía nuclear nipona, que representaba más del 25% de la generación eléctrica de ese país, ha obligado a Japón a importar más gas natural y carbón, lo que ha elevado considerablemente sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Lejos queda la conferencia del clima de 2009 en Bangkok, cuando la delegación japonesa consiguió una ovación cerrada después de que el entonces primer ministro, Yukio Hatoyama, anunciase el objetivo de reducir las emisiones en un 25%.