La agonía del presidente palestino, Yasir Arafat, se alarga en el Hospital Percy de París, mientras las facciones palestinas cierran filas para mantener la unidad y evitar que el caos se propague por los territorios ocupados por Israel tras la muerte de Arafat. Y es que el rais sigue en coma tras sufrir, según fuentes palestinas, una parálisis de todas las funciones vitales que hace imposible su recuperación.

La última aparición de Christian Estripeau, el portavoz del Ejército francés, no pudo ser más breve: "El estado de salud del presidente Yasir Arafat no se ha agravado, es estable en relación al último parte médico", dijo Estripeau, quien el jueves se limitó a afirmar que el líder palestino no estaba muerto. Sigue, pues, el secretismo sobre la enfermedad de Arafat, lo que da pávulo entre los palestinos a las teorías de la conspiración. La cadena Al Jazira hablaba ayer de una infección en la sangre originada por una infección natural --tal vez causada por una combinación de medicamentos que consumía-- o externa, una forma de referirse al envenenamiento.

"ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE" Arafat se encuentra "entre la vida y la muerte", según dijo ayer la delegada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Francia, Leila Shahid. Según Shahid, Arafat "podría despertar o no", pero negó que el coma sea irreversible. Fuentes palestinas indicaron ayer que será la esposa de Arafat, Suha, quien decida desenchufar o no a su marido de las máquinas que lo mantienen vivo.

Diferentes fuentes sostenían ayer que a Arafat se le mantendrá en vida artificialmente hasta que la OLP y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) acaben de ligar todos los cabos de la difícil situación que afrontan. En primera instancia, los líderes palestinos deben pactar con Israel el lugar del entierro del rais , que no es tarea fácil. En segundo lugar, se enfrentan al reto de encauzar la transición para que no derive en una confrontanción interna que se teme sangrienta.

Mahmud Abbas, el número dos de la OLP, y Ahmed Qurei, primer ministro de la ANP, han tomado a dúo las riendas de los asuntos palestinos. De entrada, han asegurado el pago de los salarios de los funcionarios cara a la fiesta del fin de Ramadán y han auspiciado una frágil tregua entre las fuerzas de seguridad en la franja de Gaza.

COALICION NACIONAL Además, trece facciones palestinas de la franja de Gaza, entre ellas Hamás, la Yihad Islámica y Fatá, constituyeron ayer la Coalición de Fuerzas Nacionales e Islámicas, con el claro objetivo de transmitir un mensaje de unidad en la volátil franja. "Haremos todo lo necesario para mantener la unidad palestina e impedir un conflicto interno. Estamos en un momento histórico y debemos afrontarlo desde la unidad", dijo Sami Abú Zahri, portavoz de Hamás. "La prioridad es mantener la unidad de los rangos palestinos, controlar la situación y continuar con la Intifada", afirmó Jaled al Batch, representante de la Yihad Islámica.

Hamás insisitó en que es partidaria de una fórmula de dirección colectiva que mantenga el orden en los territorios y evite enfrentamientos. Según Batch, la Coalición pretende ser una referencia para la ANP y la OLP ante una situación "extremadamente delicada y peligrosa", como dijo su colega de Hamás.

Está previsto que en las próximas horas Qurei viaje a la franja para reunirse con los líderes de las facciones. La propuesta de Hamás de un Gobierno colegiado sería inaceptable para Israel, que considera al movimiento islamista un grupo terrorista. El Estado hebreo seguía ayer en estado de máxima alerta.