"Hay gente que cree que las cosas se pueden hacer de golpe. Yo voy paso a paso". El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue ayer al Foro Social Mundial (FSM), que se realiza en Porto Alegre, para lanzar una campaña internacional contra el hambre. Mientras hablaba de las responsabilidades de los países desarrollados en el crecimiento de la pobreza, y algo molesto por los abucheos de una parte de los 15.000 asistentes, salió en defensa de su Gobierno, cuyos aciertos y flaquezas son observados con lupa crítica por parte del movimiento altermundialización.

"Que los de afuera los extranjeros no se asusten", dijo Lula con la silbatina en el microestadio Gigantinho como telón de fondo. De las tribunas llegaban gritos inusuales: "Qué triste: un exobrero gobernando para la élite"; "Foro Social o Davos" (en alusión al encuentro empresarial de Suiza, al que el presidente de Brasil asistirá como único representante latinoamericano).

POLITICA MODERADA Lula aseguró que "ese barullo" --los silbidos de grupos radicales-- lo escucha desde cuando era dirigente sindical y obedece a la "rebeldía" de sectores juveniles del Partido de los Trabajadores (PT, en el poder) con su política moderada.

Alentado por los aplausos que acudieron en su ayuda, resaltó que en dos años Brasil logró un superávit fiscal y un récord en sus exportaciones y bajó el paro al 9,6%. "Las cosas empiezan a funcionar", señaló. Su Llamamiento global para una acción contra la pobreza es respaldado por varias ONG. Según Lula, si el presidente de Estados Unidos, George Bush, "estuviera a favor" de hacer frente a este flagelo, "las cosas serían diferentes".