En marzo de 2008, y a cuatro meses de haber asumido la jefatura del Estado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se enfrentó a una rebelión de los productores agropecuarios, que se negaron a pagar más impuestos a las exportaciones de soja. La derrota de esa iniciativa fue un golpe. Cuando los Kirchner perdieron las elecciones legislativas de junio, la oposición pensó que el Gobierno agonizaba.