La guerra del gas que libran los gobiernos de Rusia y Ucrania ha terminado por afectar directamente a Europa occidental. Más de una decena de países, entre ellos Alemania, Francia e Italia, sufrieron ayer restricciones en el suministro del combustible ruso que, en algunos casos, les supuso recibir solamente la mitad del volumen habitual. Con enorme cautela, el alto representante de política exterior y seguridad de la Unión Europea (UE), Javier Solana, intervino con el fin de "animar a las dos partes a que reanuden las negociaciones", según reveló su portavoz.

La misión de Solana es delicada. Lo que menos interesa a Bruselas es poner en la cuerda floja sus relaciones con Gazprom, la empresa estatal rusa que proporciona el 25% del gas que consume Europa, pero no puede dejar de ofrecerse de intermediaria en un asunto del que depende su manutención energética. Consciente de que necesita el apoyo europeo, el presidente de Ucrania, Victor Yuschenko, convocó ayer a los embajadores de los países de la UE afectados por la crisis. Además, montó un frente común con Moldavia, que ayer denunció a Rusia por cortarle el suministro. Pero los analistas consideran que la Europa que hace un año respaldó decididamente la revolución naranja mantendrá una posición neutral en esta ocasión.

NO HAY ALARMA La situación en Europa no es alarmante, aunque la mayor parte de los países afectados explicaron que tendrán que echar mano de sus reservas si la crisis sigue adelante. El Gobierno alemán, por ejemplo, anunció que puede aguantar 75 días, y el italiano, que dispone de 6.000 millones de metros cúbicos almacenados. Pero también hay casos como el de Croacia, que tan sólo tiene gas para dos semanas.

La disputa entre Kiev y Moscú ha resucitado la discusión sobre el abandono de la energía nuclear en Alemania, el país europeo que más volumen de gas importa de Rusia. "Hay que reflexionar de nuevo sobre qué se puede hacer para no ser dependientes del suministro", señaló el ministro de Economía, el conservador bávaro Michael Glos, en alusión a las plantas nucleares "condenadas a la desconexión por el anterior Gobierno".

ACUSACIONES CRUZADAS El Kremlin parece decidido a acorralar al Gobierno ucraniano. A su decisión de cortarle el suministro de gas natural --después de que Kiev rechazara el fuerte aumento que quería imponer Moscú-- se sumaron acusaciones por robo que ponen en entredicho las posibilidades de diálogo. Según el vicepresidente de Gazprom, Aleksandr Medvedev, si a países como Francia y Polonia no llegó ayer el gas es porque los ucranianos lo robaron.

"El volumen de gas robado por Ucrania en el gasoducto destinado a Europa el 1 de enero es de cerca de 100 millones de metros cúbicos, que cuestan más de 25 millones de dólares 21,2 millones de euros a precio de mercado", señaló Medvedev. La ucraniana Naftogaz desmintió esas afirmaciones y denunció que Rusia no sólo ha cortado el suministro en los dos gasoductos destinados a Ucrania, sino que lo ha restringido en los tres que conducen a Europa.

COMPENSACION A última hora de la tarde, Gazprom anunció una operación especial para compensar el gas que Europa ha dejado de recibir. Medvedev explicó que su empresa llevará a cabo un suministro extra de 95 millones de metros cúbicos y que hoy se habrán restablecido los volúmenes que mandan los contratos vigentes.