Ocho meses antes de la invasión de Irak, los servicios de espionaje británicos advirtieron al primer ministro, Tony Blair, de que el Pentágono no estaba planificando adecuadamente la ocupación de Irak, que podría ser "prolongada y costosa". Sin embargo, la Administración de George Bush veía la guerra como inevitable. Las advertencias aparecen en un memorando de ocho páginas, del 21 de julio del 2002, que Blair discutió dos días después con su equipo de Seguridad Nacional, según reveló ayer The Washington Post.

Pese a que Blair fue el principal aliado del presidente Bush, en Londres se temía que la falta de previsión del Pentágono forzase a Gran Bretaña a soportar una parte desproporcionada de los costes del conflicto.