Los habitantes de Alhucemas recibieron ayer con frialdad al rey Mohamed VI. Ninguna multitud dio la bienvenida al monarca marroquí, que llegó a esta localidad cuatro días después del terremoto que el pasado martes causó al menos 572 muertos. En un convoy de vehículos todoterrenos de lujo, Mohamed VI circuló por unas calles desiertas en las que había más policías y agentes antidisturbios que vecinos. El rey aterrizó en Alhucemas alrededor de las 16.00 horas y, desde el aeropuerto, se dirigió directamente al hospital Mohamed V, donde se interesó por la salud de los heridos.

Allí, a la salida del centro médico, el monarca saludó a varios cientos de personas que le estaban esperando y que prorrumpieron en gritos de "Viva el rey". Pese a todo, esa concentración, que no superó el millar de individuos, quedó muy lejos de las masas entregadas que acostumbran a recibir al monarca allá donde va.

Además, la esperada visita a los campamentos que alojan a los desplazados por el terremoto tampoco se produjo ayer, ya que finalmente fue aplazada hasta hoy. El monarca tiene previsto quedarse en el norte de Marruecos durante tres jornadas.