La temporada de lluvias se acerca, amenazante, a Haití. A un mes del terremoto que dejó 217.000 muertos, la capital, Puerto Príncipe, reducida a escombros, y a miles de personas sin hogar, las agencias humanitarias coinciden en destacar que la lluvia podría desencadenar otra catástrofe sanitaria entre una población que vive hacinada en campos sin las más elementales condiciones de habitabilidad e higiene. De ahí la urgencia en garantizar el alojamiento y saneamiento para las 700.00 personas que, según Naciones Unidas, no disponen de un refugio adecuado.

De hecho, no es hasta finales de marzo cuando empieza la estación de lluvias en la isla caribeña pero el temor es tal que Médicos Sin Fronteras, una de las oenegés sanitarias más potentes, ya advierte de la amenaza de la diarrea, las enfermedades respiratorias y otras vinculadas al agua contaminada si no se corrigen con celeridad algunas carencias importantes.

Dotar de tiendas y toldos a las personas que todavía pernoctan al raso, habilitar letrinas con canalización para las aguas fecales y potabilizar el agua se encuentran entre las necesidades urgentes a subsanar. Si, hoy por hoy, la situación ya es insalubre en los campos improvisados, la acumulación de agua contaminada multiplicaría por mil los riesgos de enfermedad.

CRECIDAS DE RIOS Otra de las amenazas son las presumibles crecidas de los ríos, en cuya ribera se han instalado muchos campamentos improvisados por la cercanía del agua, y el corrimiento de tierras.

Con cifras abrumadoras sobre la mesa --217.000 muertos, 300.000 heridos, 1,2 millones de personas sin hogar y 700.000 sin refugio a día de hoy--, el presidente internacional de Médicos sin Fronteras, Chistophe Fournier, se hacía cruces ayer de lo descontrolado de la situación: "Es difícil de creer que cuatro semanas después del seísmo tantas personas vivan bajo sábanas en campamentos y calles". Mientras, Naciones Unidas salía al paso con el argumento de que la tragedia de Haití es la más compleja que han enfrentado.

DIA DE ORACION Y RECUERDO Los haitianos oraron ayer, declarado día de luto y festivo por el Gobierno, en distintos puntos de la ciudad en recuerdo de las víctimas. A un mes del seísmo, el contingente internacional de ayuda humanitaria coincide en que se ha hecho mucho trabajo pero, en la misma medida, queda mucho por hacer.

Una de las preocupaciones planteadas por diferentes oenegés es la posibilidad de que el Gobierno haitiano obligue a los ciudadanos a abandonar el seno de sus comunidades para desplazarse a otros espacios de nueva creación.