Menos de 48 horas después del cierre de las elecciones italianas, el miércoles se hallaron cinco urnas con centenares de votos válidos en la basura, frente a un centro electoral del barrio de Tuscolana, en Roma. Las autoridades locales insistieron en que esos votos ya habían sido contabilizados. "No hay ninguna razón para polemizar sobre la regularidad del escrutinio", declaró Giovanni Hermanin, responsable del personal del Ayuntamiento de Roma.

Silvio Berlusconi sí encuentra razones para la polémica. Aunque tendrá que esperar para poder confirmarla. La prensa aseguró el miércoles que el resultado de la revisión de las papeletas disputadas no estará listo hasta después de Semana Santa. Son los votos del millón largo de italianos de la diáspora, en los que hay "muchas irregularidades", según denunció Berlusconi, los que tardarán tanto tiempo en ser verificados.

La habitual comprobación de las papeletas confusas o nulas, que realizan las instancias pertinentes en la Cámara de Diputados y en el Senado, llegará el jueves. El recuento y la verificación exigida por el primer ministro saliente atañe a 43.028 votos en la Cámara baja y 39.833, en el Senado. Estas papeletas son las que los presidentes de los tribunales electorales no tuvieron claro a qué partido corresponden.