La policía de Nueva York ha iniciado una investigación después de que se recibieran llamadas de vecinos quejándose por el mal olor que, presuntamente, provenía de decenas de cuerpos almacenados, frente a una funeraria, en camiones de la cadena U-Haul, normalmente alquilados por horas para mudanzas, y que los agentes pudieron apreciar en descomposición.

Ayer, cuando se presentó en su rueda de prensa diaria los últimos datos del coronavirus en este estado de Estados Unidos, con números de hospitalizaciones estabilizados y un día más de descenso en las muertes (306 la víspera), el gobernador Andrew Cuomo lanzó un mensaje de fuerza: «Tenemos a la bestia en retirada», aseguró. Solo unas horas antes, no obstante, desde el sur de Brooklyn llegaba un trágico y macabro recordatorio de otros zarpazos que aún se sienten en el epicentro de la pandemia, la ciudad de Nueva York. La urbe ha perdido al menos a 18.000 personas en esta crisis y funerarias, crematorios y morgues se están viendo presionados al límite por el ritmo implacable de la muerte, que ha obligado también a reforzar el uso de fosas comunes en Hart Island.

«sin espacio / Todo empezó con una llamada a la policía de vecinos de Andrew T. Cleckley Funeral Home en Utica Avenue. Llevaban días viendo un típica camioneta de alquiler para mudanzas y un camión-trailer aparcados frente al local, y a trabajadores que metían en su interior bolsas con cadáveres, una imagen que se ha hecho común, pero el miércoles telefonearon para denunciar un hedor insoportable.

Y cuando las autoridades llegaron y abrieron los vehículos, descubrieron varias decenas de cuerpos en descomposición en sus interiores, que no estaban refrigerados. En declaraciones a The New York Times, el dueño de la funeraria trató de explicar que se ha visto sobrepasado durante esta crisis y que empezó a usar los vehículos cuando más de cien cuerpos abarrotaban ya su capilla. «Me quedé sin espacio», ha dicho Cleckley, «nos salen los cadáveres por las orejas».

Sus acciones, no obstante, han provocado indignación, incredulidad y denuncia. El alcalde, Bill de Blasio, recordaba ayer que las funerarias «tienen una obligación con la gente a la que sirven de tratarles con dignidad» y calificaba lo ocurrido de «absolutamente inaceptable». También Cuomo, cuyo gobierno es el encargado de regular el sector en todo el estado, declaraba que «obviamente la funeraria no debería haber hecho lo que hizo».

El comisionado de salud, Howard Zucker, relató que se ha abierto una investigación y dijo de que su departamento no tenía registradas quejas previas contra el establecimiento, al que de momento no se le han imputado cargos penales aunque se le han dado dos citaciones por violaciones que no se han hecho públicas.