Lejos de disminuir en intensidad, los combates entre milicianos de Al Fatá y Hamás por el control de la paupérrima franja de Gaza no solo se recrudecieron durante la jornada de ayer, sino que amenazaron con extenderse a Cisjordania. En un comunicado, las Brigadas de Ezedín al Qasam, brazo armado de Hamás, proclamaron su triunfo y concedieron un ultimátum de dos días a los combatientes de Al Fatá para que entregasen sus armas. Ayer tarde, los nacionalistas tan solo presentaban oposición armada en la capital de Gaza, tras unos combates cuerpo a cuerpo en los que habían muerto al menos 60 palestinos.

"Las Brigadas de Ezedín al Qasam dirigen un llamamiento urgente a todos los miembros de los servicios de seguridad que reciben armas de EEUU; así como a miembros de la corriente golpista en el seno de Al Fatá, a entregar voluntariamente sus armas a los comandos locales de las Brigadas Al Qasam", reza el texto emitido por la dirección del grupo armado islamista. El plazo, que expira mañana a las 19.00 horas (una hora menos en España), fue seguido de una agria respuesta de Al Fatá que no daba margen al compromiso.

12 HORAS DE PLAZO En otro comunicado, la dirección de los nacionalistas palestinos concedió otro plazo, esta vez de 12 horas, a los milicianos islamistas para que pusieran fin a los combates en Gaza, so pena de sufrir represalias armadas en Cisjordania, su feudo. En Naplusa, ciudad cisjordana, militantes de Al Fatá hirieron a tres combatientes islamistas tras un asalto a una televisión vinculada a Hamás.

La superpoblada franja de Gaza era ayer un territorio cercenado por los combates, donde los civiles preferían mantenerse lejos de puertas y ventanas por miedo a las balas perdidas. La suerte de las armas se inclinó ayer del bando de los islamistas, lo que no sorprendió a nadie debido a que sus milicias estaban mejor adiestradas y más motivadas. Con el transcurso de las horas, las Brigadas de Ezedín al Qasam se fueron adueñando de los cuarteles de Al Fatá en el norte de la franja y pugnaban por hacerse con el control de los de la capital. Unos 40 policías palestinos huyeron a Egipto y para impedirlo, milicianos de Hamás se desplegaron en la frontera.

Cientos de miembros del clan Bakr, aliado de Al Fatá y asentado en un barrio de Gaza ciudad, acabaron por rendirse, según testigos presenciales. Los milicianos de Hamás también se apoderaron del cuartel general de los organismos de seguridad pertenecientes a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), leales al presidente palestino y líder de Al Fatá, Mahmud Abbás. El jefe del Estado palestino expresó su temor a que se produzca un "hundimiento" de la situación en Gaza, un día después de que Al Fatá suspendiese su participación en el Gobierno de unidad.

TRABAJADORES DE LA UNRWA Los enfrentamientos armados, además, causaron la muerte a dos trabajadores locales de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), lo que empujó al organismo a cerrar tres de sus cinco centros de distribución de alimentos en Gaza, sustento de muchos civiles.

El jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, no descartó que la misión de observadores europeos en la frontera de Rafá jugase un papel "más activo". El primer ministro israelí, Ehud Olmert, descartó intervenir, aunque se mostró preocupado por un triunfo militar de Hamás: "Tendría repercusión regional".

Además, la oenegé Human Rights Watch denunció ayer que tanto milicianos armados de Al Fatá como de Hamás han cometido crímenes de guerra.