Tras el final del fracasado alto el fuego de medio año, vuelve la escalada de la violencia a Oriente Próximo. Hamás y los grupos palestinos martillearon durante la jornada del miércoles el sur de Israel con el disparo de decenas de cohetes y proyectiles de mortero desde Gaza, alejando cualquier atisbo de esperanza de renovar la tregua de seis meses que expiró el pasado 19 diciembre. En represalia al bombardeo, el Gobierno de Israel revocó su decisión previa de abrir las fronteras y suspendió la entrada de la ayuda humanitaria en la empobrecida franja costera palestina.

Un centenar de proyectiles fueron disparados entre el martes y el miércoles desde la franja, lo que constituye la mayor escalada violenta desde el 19 de junio, cuando entró en vigor una tregua de seis meses que Hamás se negó a renovar recientemente en protesta por el mantenimiento del bloqueo israelí a Gaza. El movimiento islamista disparó 30 cohetes, de los cuales dos eran de larga distancia del tipo Grad, así como 22 obuses de mortero que, dijo, eran una respuesta a la muerte de cinco de sus militantes (dos al explotarles los explosivos y tres abatidos por el Ejército israelí). Por su parte, la Yihad Islámica, otro grupo radical palestino, se atribuyó el disparo de siete cohetes. Algunos de los proyectiles llegaron a impactar a 13 kilómetros de la franja e incluso en un parque de atracciones de la ciudad de Ashkelon.

Los vigías militares apostados en la frontera contabilizaron solo en la jornada del miércoles hasta 68 lanzamientos que, sin causar víctimas mortales, generaron una situación de emergencia en toda la zona.

20 CAMIONES BLOQUEADOS

El bloqueo israelí impidió, según el ministro de Economía palestino, Naser as Sarraj, la entrada en la franja de 20 camiones con harina, arroz, azúcar y aceite, así como 35 camiones de trigo y forraje y 25 camiones de productos alimentarios para la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa). Los islamistas consideran que el alto el fuego no mejoró las condiciones de vida en Gaza y, paradójicamente, pretenden con esta escalada violenta empujar a las autoridades israelís a renegociar la tregua y a obtener condiciones más favorables.

Pero la estrategia de los integristas palestinos no está exenta de riegos y podría desencadenar un conflicto de mayor envergadura. A falta de diálogo entre Israel y Hamás, las declaraciones de ambos bandos han experimentado una marcada escalada de agresividad. Fawzi Barhoum, miembro de Hamás, subrayó que "la resistencia" estaba "en su derecho" cuando respondía "con todas sus fuerzas". Benny Vaknin, el alcalde de Ashkelon, localidad del sur de Israel atacada por los proyectiles de Hamás, pidió al viceministro de Defensa, Matai Vilnai, "una respuesta extremadamente dura" contra los disparos de los cohetes, al tiempo que exigió "fortificar todas las instituciones educativas" locales.

Por su parte, el Ejecutivo israelí se reunió el miércoles a puerta cerrada durante cinco horas para discutir de la escalada de la violencia. El Ejecutivo también examinó los medios jurídicos para impedir la transferencia de fondos destinados a las organizaciones palestinas, calificadas por Israel de "terroristas". Mark Regev, portavoz del Ministerio de Exteriores de Israel, volcó toda la responsabilidad de la escalada en el movimiento islámico Hamás.