Todos los actores del conflicto entre israelís y palestinos están jugando a fondo sus papeles en el asunto de la liberación de los presos para conseguir que el resultado final del proceso negociador, sea cual sea, se acerque lo máximo posible a sus intereses.

También el grupo islamista palestino Hamas lo hace, y ayer el portavoz de la organización, Abdelaziz Rantisi, advirtió de que la tregua con Israel puede vivir sus últimos días si el Gobierno de Sharon no da su brazo a torcer.

Los líderes de Hamas y de la Yihad Islámica se vieron ayer en Gaza con un equipo de enviados egipcios llegados a la zona para intentar apagar el incendio de los prisioneros. Los mediadores se encontraron con la negativa de los grupos islamistas a ampliar a seis meses la tregua con Israel como señal de buena voluntad, que serviría a Sharon para decretar una amnistía más amplia. No sólo eso, sino que tanto Hamas como la Yihad reiteraron su mensaje de que a pesar de que mantienen la tregua, el alto el fuego corre grave peligro.

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, habló el miércoles por teléfono con el rais palestino, Yasir Arafat, para pedirle que medie en la crisis.

EL PAPEL DE ARAFAT

Sin embargo, fuentes palestinas afirman que ha sido el propio Arafat quien ha provocado la crisis para lograr, por un lado, aparecer como un dirigente relevante y, por el otro, que EEUU presione a Israel para darle oxígeno a Abu Mazen. Estrategia o no de Arafat, ayer casi todo el mundo en Ramala daba por zanjada la crisis, y se insistía en la importancia vital para la Hoja de ruta de que Israel libere a un gran número de presos.