Se dice que en unas elecciones se vota con la cabeza, con el corazón o con el bolsillo. En su impecable ejercicio democrático del miércoles, los palestinos votaron con el estómago, desde el hartazgo. Exhaustos tras cinco años de sufrimiento diario, hartos de la ocupación israelí que se remonta a 1967, hasta el gorro de la ineficacia y de la corrupción de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), desengañados de la yerma estrategia negociadora de Al Fatá, indignados por las intromisiones, las medias verdades y las mentiras que sobre ellos esparcen israelís, estadounidenses, europeos y árabes, los palestinos dieron un puñetazo sobre la mesa y proporcionaron dos tazas de caldo a los que ya les parecía demasiado la actual dosis de Hamás.

"La ANP es un pozo sin fondo de corrupción. Tengo un hijo, estoy en paro y tengo formación universitaria. No logro un empleo porque siempre se lo llevan los que tienen contactos con Al Fatá. La situación de los palestinos siempre empeora, nunca mejora. Peor no nos puede ir, así que por qué no Hamás". Así justifica su voto al movimiento islamista Iyas Hasan, de 27 años. Por extraño que suene, fuera de los territorios ocupados, tanto Iyas como Abú Mohamed, un maestro de escuela, consideran que el movimiento islamista puede traer la paz.

Hay otras formas de interpretar el voto. En estos cinco años de Intifada, la población israelí ha sido llamada a las urnas en dos ocasiones y ha dado su apoyo a quien ofrecía mayor mano dura: al Likud de Ariel Sharon antes de que el hoy enfermo primer ministro se embarcara en proyectos unilaterales y desmantelamientos de colonias. Bajo una mayor presión, la población civil palestina ha actuado de la misma manera cuando se le ha dado la oportunidad.

"Hamás no es tan radical como cree Occidente. Estoy en contra de lo que hace Al Qaeda y no quiero una sociedad islámica, pero Hamás no es lo mismo. Si intenta instaurar prohibiciones, la sociedad palestina no se lo permitirá, porque nosotros somos musulmanes, pero no fanáticos", explica Abú Mohamed, quien cree que Mahmud al Zahar y los suyos se moderarán en cuanto se pongan al frente de las responsabilidades de Gobierno.

Votantes arrepentidos

Nuha al Easaka, de 22 años y estudiante de Ingeniería en la Universidad Islámica, se arrepiente de la decisión de su voto. "Opté por Hamás porque quería que controlara desde la oposición la corrupción de Al Fatá. No me esperaba esta victoria", comenta envuelta en su hijab . Lo mismo le ocurrió a Eimat, un estudiante de inglés de 30 años, quien confía en que, con el tiempo, "Hamás siga el camino de moderación de los islamistas turcos de Recep Tayip Erdogan".

Anoche, después de hacerse oficiales los resultados electorales, las huestes de Hamás tomaron masivamente la ciudad de Gaza, su gran feudo. En las cafeterías, los jóvenes ya hacían chistes a costa de los perdedores de Al Fatá y de la longitud de sus barbas. Otro chiste decía que médicos israelís fueron vistos en La Mukata de Ramala tratando de resucitar a Yasir Arafat. este último, tal vez no sea tan descabellado.