«Hoy ha caído un cohete muy cerca de mí. Un hombre ha muerto y otro ha resultado herido, y justo ahora acabo de ver uno en el aire. Desde ayer no paran de sonar las sirenas de alerta. Estamos casi todo el día metidos en el refugio», explica a este diario Yonatan Golan, portavoz del Consejo Regional de Hof Ashkelon, que agrupa diversas poblaciones israelís cercanas a Gaza.

Golan, de 45 años, vive en el pequeño kibutz de Nitzanim, cercano a la franja junto a su esposa y sus cinco hijos, que este domingo no han tenido clase porque los colegios permanecen cerrados en el sur de Israel.

«Cuando suena la alarma tenemos 45 segundos para llegar al refugio y ponernos a salvo. Estamos hartos, esta situación se repite periódicamente, queremos que se acabe, que el gobierno la resuelva al precio que sea. Si es necesario un ataque más amplio en Gaza, que lo haga», afirma con contundencia.

«Yo vivía en Gaza, en Gush Katif [antigua colonia israelí en la franja], y mi gobierno me dijo que me tenía que ir de allí y que a cambio, tendríamos paz. Pero me sacaron de mi casa, nos retiramos de Gaza en el 2005 y la paz no ha llegado», lamenta Golan con resentimiento hacia los líderes israelís.

En menos de 48 horas, los cohetes lanzados por milicianos palestinos sobre Israel han matado a tres israelís. Diversas poblaciones que se encuentran a distancias amplias de Gaza, como Netanya, que está a unos 95 kilómetros, han empezado a abrir refugios públicos por miedo a que el radio de los cohetes lanzados desde Gaza se amplíe.

El pasado marzo, dos cohetes disparados desde Gaza llegaron a Tel Aviv, a casi 70 kilómetros, pero cayeron en zonas despobladas. En esta ciudad continúan los preparativos para el Festival de Eurovisión como si no ocurriera nada. ana alba