"La mayoría de los franceses no se oponen a reformar el sistema de pensiones pero están en contra de esta reforma, que perciben como injusta y no negociada. La impopularidad de Sarkozy agrava las cosas", resume el director adjunto del instituto de opinión CSA, que realizó el sondeo que reflejó la popularidad de la protesta. A su juicio, entre los estudiantes el antisarkozismo está "más instalado" como consecuencia de "la imagen autoritaria del presidente y su relación con el dinero". Sostiene que el escándalo que salpica al ministro de Trabajo, Eric Woerth --cuya mujer gestionaba la fortuna de la heredera de L´Oréal, acusada de evadir impuestos-- ha tenido "un impacto muy negativo" en la opinión: "Nunca la asociación entre la derecha y la riqueza había sido tan fuerte. Asistimos a una confrontación directa entre la opinión pública y el presidente. El caso Woerth-Bettencourt se ha convertido en emblema de una protesta que tiene un fuerte componente de lucha de clases".

Estas palabras remiten al Mayo del 68. Sin embargo, según Sainte-Marie, la protesta estudiantil "no tiene nada que ver con el idealismo" de esa revuelta. A su juicio, la actual "es mucho más pesimista. No está contra el poder, no quiere hacer la revolución, sino mantener el statu quo. Se resiste a aceptar el fin de un modelo que conciliaba una importante protección social con el crecimiento económico". Por eso, afirma que en Francia "una reforma importante como la británica sería impensable". El politólogo niega que los disturbios tengan que ver con una radicalización de la protesta, y los relaciona con "la violencia social de jóvenes que están en paro y proceden de la inmigración y de barrios sumidos en una pobreza profunda".

Sobre la salida de la crisis, cree que el tiempo juega en contra de los sindicatos: "Están desbordados, son víctimas de su propio éxito. Ahora no saben cómo parar una dinámica que puede volver a la opinión pública en su contra. Si continúa la violencia asociada a la delincuencia y se mantienen los bloqueos una vez aprobada la reforma por el Senado, los franceses, que son muy legalistas, no verán la protesta con tan buenos ojos". E. R.