Dilma Rousseff y José Serra disputarán el 31 de octubre la segunda vuelta de las elecciones brasileñas. Dos semanas atrás, ese escenario era descartado por los analistas. Algunos errores en la campaña de la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) y el espectacular crecimiento sobre la recta final de Marina Silva, la exministra de Medio Ambiente de Luiz Inacio Lula da Silva, terminaron jugando a favor de Serra, que es la esperanza del Partido de la Social Democracia de Brasil por retornar al poder que abandonó en el 2002.

Dilma terminó en el primer turno con casi el 47% de los votos. Una cifra similar obtuvo Lula en situaciones similares. Necesita conseguir apenas tres puntos para continuar la obra del actual mandatario. Y sabe dónde obtenerlos, entre los electores de Silva y el PSOL (izquierda disidente), entre otras cosas porque hacia allí migraron algunos de los petistas desencantados.

El resultado de Dilma se ha explicado como una combinación de otros factores. De un lado, su ambiguedad en el tema del aborto le restó una porción del masivo voto evangélico. Por otro, el efecto residual de una denuncia mediática sobre tráfico de influencias que rozaba a una persona que había sido de su entorno.

DETALLE DEL PROYECTO

"En estos días que restan tendré la oportunidad de detallar mis proyectos para erradicar completamente la miseria y continuar la senda del desarrollo, para que beneficie a los 196 millones de habitantes", ha dicho Rousseff. Ella ha pedido encarecidamente a la militancia no tomar la segunda vuelta como una catástrofe. "Vamos a ganar en el segundo turno", les ha arengado.

Serra la tiene difícil. Ha cosechado 32,6% de los votos. Pero anoche fue enfático: "Ahora empieza otra elección".

El PSDB no se ha demorado en cortejar a la carismática Silva, dueña de 19,44% de los sufragios y protagonista de una campaña de ribetes heroicos: la realizó con poco dinero, recibido sobre la base de donaciones. "Perdimos ganando", ha dicho sobre lo ocurrido.

QUÉ HACER EL 31

Silva se ha mostrado favorable a que la coalición que la llevó como candidata del Partido Verde discuta en un plenario qué hacer el 31 de octubre. "El voto no es de Marina, es del elector", ha asegurado.

Lula le ha restado dramatismo: "Apenas nos demoraremos 30 días más en ganar. Serán 30 días más de lucha", ha señalado. Ha recordado, en ese sentido, su propia historia, nunca había ganado en primera.

PROTAGONISMO DE LULA

En las seis elecciones presidenciales disputadas desde que Brasil recuperó completamente sus instituciones democráticas, en 1989, Lula intervino como candidato en cinco. Y aunque su nombre no apareció ayer en la urna electrónica (hecho que recordó con una ironía), ha tenido un protagonismo casi asfixiante en la campaña. Fueron días de sucesivos enfrentamientos con los medios de prensa escritos. Algunos analistas no descartaron que ese choque haya tenido un efecto negativo para la candidatura de Dilma.