Desmotivada y desmovilizada, Beirut protagonizó ayer el primer domingo electoral de los cuatro que forman las elecciones legislativas libanesas dándole una amplia victoria a Saad Hariri, el hijo del asesinado exprimer ministro Rafic Hariri, pero con una escasa participación que rondó el 30%, según fuentes del Ministerio del Interior. El heredero del capital político del millonario Hariri aprovechó los últimos rescoldos de la movilización popular que, tras la muerte de su padre, acabó con la ocupación siria, pero no logró la masiva participación que anhelaba.

Sin duda, la ausencia de las tropas sirias por primera vez desde que acabó la guerra civil --también por primera vez hubo observadores internacionales-- es el hecho más destacado de la cita electoral de cuatro domingos que empezó ayer. Entre grandes medidas de seguridad, los 420.000 electores beirutís eligieron a 19 diputados, de los cuales 9, todos ellos de la lista de Hariri, ya tenían el puesto asegurado antes de la votación por falta de rival. Los sondeos daban la victoria en los otros 10 escaños al Movimiento Futuro del hijo del líder asesinado, cuyos seguidores empezaron a celebrar nada más cerrar los colegios electorales. Pocas horas después, él mismo se proclamaba ganador de todos los escaños en liza.

DESMOTIVACION "La gente está muy desmotivada porque piensa que todo sigue igual, en manos de clanes y familias poderosas", dijo Antuane, uno de los pocos cristianos maronitas que ejerció su derecho al voto en la Escuela Greco-Ortodoxa de los Tres Doctores, en el barrio cristiano de Achrafiyeh. Para asegurarse la victoria en Beirut, el suní Hariri incluyó a cristianos y shiís de Hizbulá en sus listas.

Los pactos contra natura y las triquiñuelas son habituales en todo el país con objeto de explotar un sistema electoral basado en las diferentes confesiones que forman el delicado rompecabezas libanés.