Todos vosotros parecéis tan hermosos esta noche...". Barack Obama empezó su intervención en una escuela de Des Moines (en el estado de Iowa ) --su último acto en el estado-- al son de la canción de U2 City Of Blinding Lights. El millar de personas que se habían congregado para escucharlo parecían, en efecto, hermosas en su juventud.

Algunos de ellos ni siquiera tienen edad para votar, pero todos sostenían sus pancartas con lemas por el cambio. Esa es la palabra clave en la carrera hacia la Casa Blanca que empezó ayer con los caucus de Iowa y que acabará con las elecciones de noviembre. ¿Hasta qué punto EEUU quiere un cambio? ¿Lo quiere radical o con matices? De la respuesta surgirán los candidatos de ambos partidos.

POCO REPRESENTATIVO Iowa, como ayer recordaban hasta la saciedad los analistas estadounidenses, no es un estado que se represente más que a sí mismo, por número y tipo de población (abrumadoramente blanca) y por el complicado sistema de caucus en el que al final participa solo una pequeña parte de la población. Pero cuando esta madrugada (hora española), tras el trabajo, los votantes demócratas y republicanos registrados se reunieron para mostrar a mano alzada sus preferencias, empezaron a cimentar el camino que debe cambiar no solo al inquilino de la Casa Blanca, sino dos mandatos de ocho años que han marcado este país hasta hacerlo, para muchos, irreconocible.

El primer cambio que parece evidente es que este va a ser un año demócrata. Los actos de sus tres principales candidatos (Hillary Clinton, John Edwards y Barack Obama) son mucho más multitudinarios que los de los republicanos (Mitt Romney, Mike Huckabee y John McCain, dado que Rudy Giuliani no ha hecho campaña en Iowa sabedor de que aquí es un caballo perdedor). El ambiente de euforia que rodea a los demócratas contrasta con la sensación de que no hay un candidato adecuado que prevalece entre los republicanos. Pero incluso entre estos últimos el cambio parece ser el objetivo a buscar, de ahí el tirón del pastor Huckabee (no cree en Darwin) que le ha llevado a ser favorito en los caucus frente a las apuestas del establishment republicano.

UNA MUJER Y UN NEGRO Más cambios. Una mujer (Clinton) y un negro (Obama) centran la atención. No parece que haya llegado el momento del latino (Bill Richardson) pero cuando el juego sucio contra Obama se basa en que su nombre suena a Osama, es que se le ve con posibilidades de ganar, pese a su color.

De Clinton no se duda de que pueda llegar a la Casa Blanca; se duda de que sea el motor adecuado para el cambio. Por eso, la exprimera dama juega la carta de la experiencia. "Hay experiencias buenas y experiencias malas", le responde Obama. La experiencia puede ser un grado siempre y cuando el electorado no quiera hacer tabla rasa. Esta es la pregunta del millón para los demócratas ya no solo en Iowa, sino en todo el ciclo electoral de las primarias. ¿Cambio radical? Gana Obama, tal vez Edwards. ¿Cambio controlado? Gana Clinton.