Tiene razón Israel al afirmar que Hizbulá ha dejado de ser un "Estado dentro del Estado". En el territorio libanés, el Partido de Dios es solo el Estado. Para comprobarlo, solo hay que dirigirse a sus feudos de mayoría chií, los barrios del sur de Beirut devastados por la ofensiva hebrea.

La maquinaria asistencial de la guerrilla funciona a pleno rendimiento y lo controla todo: desde los permisos de acceso para la prensa y los residentes hasta las labores de desescombro y limpieza, pasando por las visitas guiadas de diplomáticos extranjeros, el trabajo de los arquitectos que trazan planos para la reconstrucción, o el pago de indemnizaciones --hasta 9.300 euros-- a los residentes cuyas viviendas perecieron en los bombardeos o están en ruinas, en total más de 20.000.

SEGUNDA BATALLA Terminada la guerra con Israel, en el Líbano ha empezado una segunda batalla: la reconstrucción. Según quién gane, el país mirará en el futuro hacia Occidente o hacia Oriente, es decir, hacia Europa y EEUU o hacia Irán. El Estado persa, que según declaró recientemente el diputado libanés Nehme Tohme ha prometido a Hizbulá "fondos ilimitados", lleva ventaja en esta carrera

"El Gobierno empezó el lunes a recoger los destrozos cuando nosotros ya llevábamos 10 días de trabajo. Y solo 36 horas después del alto el fuego empezamos a repartir indemnizaciones", explica el jefe de prensa de Hizbulá, Ghasan Darwish.

Desde 1985, Jihad al Binna (La Guerra Santa de la Construcción), la asociación de Hizbulá para la reconstrucción y el desarrollo, actúa más como un Estado que como una organización asistencial. "No es que Hizbulá quiera apoderarse del Estado, sino que es este el que ha desatendido las zonas chiís durante muchos años. Su prolongada ausencia ha acabo siendo ocupada por el Partido de Dios", dice el profesor suní de Ciencias Políticas, Karim Makdisi.

El Gobierno libanés ha reaccionado con lentitud alarmante. Su primer ministro, Fuad Siniora, visitó el pasado domingo por primera vez el sur de Beirut. El mismo día, prometió 10.300 euros a las familias de los fallecidos mayores de 10 años, la mitad para los menores de esa edad y 8.000 euros para quienes sufran discapacidad permanente.

LA DEUDA El Líbano tiene una de las deudas públicas más elevada del mundo, de casi 31.000 millones de euros. Deuda disparada en la pasada década, cuando Siniora fue ministro de Economía. Antes de iniciar la reconstrucción, el Gobierno libanés esperará al resultado de la conferencia internacional de donantes, el 31 de agosto en Estocolmo. Washington ha prometido unos 195 millones de euros, apenas 80 más de los que ha puesto Hizbulá. Sus autoridades temen que el sur del Líbano se convierta en un "mini-Irán".