Colombia amaneció este lunes entregada a la especulación. La estrecha victoria del ‘no’ en el plebiscito del domingo sobre el acuerdo de paz con las FARC no ha abierto otro escenario que el de la incertidumbre, y en ese escenario todo es posible: renegociar el acuerdo, que el Congreso desarrolle una parte -pero solo una parte- de lo pactado, que se convoque una Asamblea Nacional Constituyente. El problema no es la falta de conjeturas. En lo único que parecía haber consenso era en la necesidad de sacar adelante un "pacto nacional" que garantice que no habrá marcha atrás: a nadie -ni a los del ‘sí’ ni a los del ‘no’- se le pasa por la cabeza la posibilidad de que la guerrilla vuelva a echarse al monte. Probablemente es el único deseo que los une a todos.

"No seré un obstáculo para lo que sigue", declaró De la Calle al presentar su renuncia

El primer paso en busca de ese pacto lo dio el presidente Juan Manuel Santos en su breve alocución del domingo, cuando anunció que convocaría a todas las fuerzas políticas “para abrir espacios de diálogo y determinar el camino a seguir”. Estaba previsto que la reunión tuviera lugar este mismo lunes, pero más con carácter simbólico que utilidad práctica: a primera hora, el Centro Democrático -el partido que hizo campaña por el ‘no’, el vencedor de la jornada, el nuevo y fundamental actor del momento político- anunció que no asistiría: un portavoz de la formación dijo que aún debían analizar a fondo los resultados del plebiscito, y decidir cómo van a encarar la “posible renegociación” del acuerdo. Es el precio que pondrá el partido del expresidente Álvaro Uribe a su participación en un acuerdo de unidad: la renegociación del pacto de La Habana. El clima, de momento, parece de entendimiento, o al menos de buena voluntad: desde Cuba, el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’, dijo que está dispuesto a “rectificar” lo pactado.

ESQUIZOFRÉNICOS

El país vivía cierta zozobra. El general Juan Pablo Rodríguez, comandante de las Fuerzas Militares, salió por la mañana a decir que “las fuerzas militares y la policía nacional seguirán cumpliendo con su deber constitucional para garantizar la seguridad de todos sus compatriotas"; y que estaba esperando instrucciones del ministro de Defensa “para saber qué camino seguir”. Poco después, el jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, presentó su renuncia ante el presidente. “Asumo plenamente mi responsabilidad política”, dijo. Y: “No seré obstáculo para lo que sigue”. Hace una semana se especulaba con la posibilidad de que se presentara a las próximas elecciones presidenciales-en el 2018- y ganara. Así de radicalmente han cambiado las cosas.

Las Fuerzas Militares anuncian que "garantizarán la seguridad" de todos los colombianos

En un país donde el termómetro de la economía no es la bolsa sino el precio del dólar, la noticia de que la moneda estadounidense registraba una considerable subida desató cierta alarma, y la patronal convocó una reunión extraordinaria para lanzar un mensaje de tranquilidad. El editorial de 'El Espectador' daba cuenta del clima de inquietud general: “Algo evidentemente no está funcionando para que vayamos de elección en elección divididos hasta en los puntos donde la unidad es esencial. Algo tiene que cambiar si en verdad pretendemos superar el odio que ha alimentado todos los conflictos en la historia nacional”. Quizá el más elocuente fue Alcibiades Escué, alcalde de Toribío, el municipio de lejos más castigado por la violencia: “Pensamos que un buen número de colombianos sufren de esquizofrenia”, dijo, cuando le preguntaron sobre el resultado de la consulta. En Toribío el ‘sí’ arrasó con el 84,8% de los votos.

VERGÜENZA COLOMBIANA

Había un clima de estupefacción general: entre los del ‘no’, porque habían conseguido una victoria inesperada y aún les costaba digerir tanta alegría, y entre los del ‘sí’, porque no se esperaban la derrota; y porque simplemente no comprendían. El país está partido, las dos mitades se miran con recelo, no se entienden.

En las redes sociales abundan mensajes del tipo: “Hoy siento vergüenza de ser colombiano”; “Hay que irse de este país sin futuro”, y “¿Cómo vamos a salir a la calle si medio país quiere que nos sigamos matando?” Pero también del tipo: “Si no le gusta su país puede irse”. El ‘no’ insiste en que quiere la paz, pero otro tipo de paz: “Ayer no ganó la guerra, y que eso le quede claro a la comunidad internacional -dijo el expresidente Andrés Pastrana, del bando del ‘no’-. Ayer ganó la paz, pero una paz dentro de la Constitución y la ley”.