La huelga general convocada contra la política económica del Gobierno conservador griego por las principales confederaciones sindicales, GSEE y ADEDY, que representan a 2,5 millones de trabajadores, paralizó ayer el país. Los aviones se quedaron en tierra, los barcos en los puertos, los transportes y los hospitales funcionaron solo bajo servicios mínimos y las escuelas y universidades continuaron inactivas en el que ya fue su tercer día sin clase. Incluso los monumentos más significativos de Grecia, como la Acrópolis de Atenas, permanecieron cerrados.

Con el árbol de Navidad quemado durante los disturbios de los últimos días como espectador, unas 15.000 personas procedentes de distintos puntos del centro de Atenas se congregaron en la plaza de Syntagma, ante la sede del Parlamento, en un ambiente festivo. Empleados de la empresa privada, funcionarios, estudiantes y obreros se sumaron a las protestas y revueltas que sacuden Grecia desde el pasado fin de semana a causa de la muerte del joven de 15 años Alexi Grigoropoulos, pero también a causa de la crisis política y social. Precisamente ayer, los dos agentes implicados en la muerte del chico fueron enviados a prisión y un juez les acusó de "homicidio intencionado", a pesar de que su abogado alegó que la bala disparada por el policía conocido como Rambo había alcanzado a Alexi "de rebote".

MAS PRESION A través de la megafonía, los líderes sindicales amenazaron con "cambiar el Gobierno si el Gobierno no cambia sus políticas", especialmente sus presupuestos. "Son muy conservadores, aumentan los impuestos a los trabajadores, reducen el dinero destinado a la educación y a la sanidad y, mientras tanto, las diferencias entre ricos y pobres aumentan", se quejaba el oficinista Panos Kiriakulias, uno de los participantes en la multitudinaria manifestación.

Según el informe anual del sindicato GSEE, el 50% de los trabajadores griegos cobran menos de 1.250 euros al mes, y la nómina de casi la mitad de estos no alcanza los 800 euros. Por eso no es de extrañar que el 14% de las familias vivan por debajo del nivel de la pobreza, el doble que la media de los 27 países de la Unión Europea (UE), y eso que el número de horas de trabajo al año de los griegos (1.900) es uno de los mayores del club comunitario, aunque seguido de cerca por España (1.800). "La sociedad está tan enfadada que se veía venir lo que ha pasado. Cada vez es más difícil sobrevivir para la clase media, y la corrupción del Gobierno de Nueva Democracia insulta al sentido común", se quejaba Mijalis, un investigador.

Cuando los sindicatos dejaron la manifestación, un grupo de unos 200 radicales que hostigaban a la policía con piedras y naranjas intensificaron sus ataques y lanzaron un cóctel molotov, con lo que el final de la gran manifestación se convirtió en una carrera de altercados que se extendió por Atenas por quinto día consecutivo. El número de comercios atacados se acerca al medio millar y los daños superan los 200 millones de euros.

AYUDAS A LOS COMERCIANTES El primer ministro, Costas Caramanlis, en un gesto destinado a evitar las acusaciones de pasividad, prometió que el Estado pagará la mitad de los daños y otorgará ayudas a los comerciantes.

Sin embargo, el líder conservador no dirigió ningún mensaje a los manifestantes, y estos no parece que vayan a calmarse de inmediato. Uno de ellos opinó que los altercados se reducirán en algunos días, pero que estas revueltas habrán sido el germen de "algo mayor". Por el momento, los sindicatos han convocado otra huelga general para el día 22 de diciembre y antes, el próximo lunes, el Gobierno deberá defenderse de las acusaciones de corrupción en el Parlamento.